"Hace no mucho tiempo con 20 dólares en el bolsillo te sentías multimillonario en Venezuela", dice en conversación con BBC Mundo Henkel García, analista y director de la consultora Econométrica.
Pero esos tiempos quedaron ya atrás: también la divisa estadounidense está perdiendo su poder de compra a ritmo acelerado.
Según estima Alejandro Grisanti, director de Ecoanalítica, otra de las firmas que se dedican a analizar el comportamiento de la economía venezolana, “el dólar compra hoy 10 veces menos que hace solo un año”.
Venezuela vive hoy una grave decadencia económica y muchos aspectos claves de la economía del país —lo que los economistas llaman variables macroeconómicas— sufren graves desequilibrios.
El más destacado es la hiperinflación. Las autoridades llevan tiempo sin publicar las estadísticas de la evolución de los precios, pero a pie de calle se siente una constante y vertiginosa subida de los mismos. El Fondo Monetario Internacional prevé que llegará a un estratosférico 10.000.000.000% el incremento interanual cuando termine 2018.
La hiperinflación está deteriorando el poder adquisitivo de los venezolanos y, en consecuencia, sus condiciones de vida.
En el contexto de la hiperinflación la moneda local, el bolívar, sufre una imparable pérdida de valor y, pese a los intentos del gobierno, cada vez menos personas y empresas confían en él.
El presidente Nicolás Maduro y su equipo económico culpan de los problemas del bolívar a una “guerra económica” orquestada por especuladores internacionales enemigos de la llamada revolución bolivariana.
Para Maduro, las sanciones contra Venezuela impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea, entre otros, son “ilegales” y una prueba de esa campaña hostil.
Sea como sea, el dólar es mucho más apreciado que el bolívar como única forma de ahorro seguro y, cada vez más, también como medio de pago, especialmente de los bienes y servicios a los que solo pueden acceder las minorías más pudientes, como billetes de avión, restaurantes o suscripciones a gimnasios y centros de belleza.
Por eso cómo evolucione es tan importante para muchos en Venezuela.
Pero si el bolívar pierde valor y cada vez pesa más el dólar, ¿por qué la divisa estadounidense cada vez compra menos?
Hay un culpable: la hiperinflación.
No es que el dólar esté bajando, sino que los precios suben a un ritmo tan vertiginoso que han superado incluso el ritmo al que el dólar gana valor frente al bolívar.
O sea, los precios ya suben más que el dólar, con lo que el billete verde pierde poder de compra.
Guillermo Arcay, experto de Ecoanalítica y coautor del informe “El dólar en el ojo del huracán cambiario”, señala que esta tendencia comenzó hace un año, “en noviembre de 2017, cuando Venezuela entra en hiperinflación y se ve ya un choque”.
Ahí empezó el proceso que los economistas conocen como la apreciación del tipo de cambio real. Significa, en palabras de Arcay, que “la vida en dólares se encarece”.
Según Arcay, “en los últimos tiempos los precios aumentaban un 25% semanal, mientras que el dólar lo hacía un 8%”.
Son varias las razones que le están restando poder al dólar.
Henkel García detecta que “los actores económicos están ajustando más rápido los precios y trasladando los cambios en el mercado paralelo”, el de referencia en el país pese a su clandestinidad.
Ahora cuando sube el dólar, eso se refleja mucho más rápido en los precios.
Otras causas son resultado del empobrecimiento general.
“La demanda de dólares para el ahorro está cayendo porque la gente no tiene cómo ahorrar”, señala Arcay.
No solo se ahorra menos.
“El consumidor está muy empobrecido y sujeto a fuertes restricciones presupuestarias, por lo que consume mucho menos, lo que lleva también a una caída de las importaciones”.
Como nadie fuera de Venezuela acepta pagos en bolívares, las importaciones se han de pagar en dólares.
Al reducirse lo que Venezuela importa, lo hace también la demanda de dólares para pagarlo. Y cuando cae la demanda de algo, cae también su valor.
Los expertos encuentran difícil hablar de normalidad en la economía venezolana.
Pero que el dólar vea rebajado su enorme poder de compra es, de alguna manera, normal.
“Lo que habíamos vivido entre 2015 y 2017, cuando compró mucho más de lo que históricamente había venido comprando, es lo que podemos considerar una locura. Aquello era lo anormal”, indica García.
En los tiempos de esa “locura” uno podía cenar en el mejor restaurante de Caracas con apenas US$2 o pasar un mes de vacaciones en el país por apenas US$100.
La fiebre del dólar, coinciden los analistas, empezó a gestarse a finales de 2012.
Según García, crítico con el gobierno, “por razones fundamentalmente políticas, empezaron entonces a deteriorarse todas las variables macroeconómicas”.
“El chavismo hizo todo lo posible porque pareciera que tenía una economía normal y agotó sus reservas internacionales”.
En aquel año, un Hugo Chávez enfermo le ganó sus últimas elecciones presidenciales a Henrique Capriles.
Ya antes de fallecer el presidente en 2013, los problemas latentes se hicieron evidentes.
Para Pasqualina Curcio, economista de la Universidad Simón Bolívar y cercana a las ideas del gobierno, empezó antes y tuvo otras causas:
“A partir de 2006 comenzaron a posicionarse una serie de páginas web que establecían a diario una supuesta cotización del bolívar con respecto al dólar, pero esa cotización no tenía ninguna correspondencia con las condiciones de la economía ni real, ni monetaria, ni financiera”.
Según Curcio, sitios como Dólar Today buscaban” distorsionar la economía y los mercados en el marco de la guerra económica contra el pueblo venezolano”.
Ella cree que se trató de una ataque deliberado contra el bolívar lanzado por razones políticas desde los países capitalistas enemigos de la revolución bolivariana.
Arcay, en cambio, sostiene que todo se debió a que el gobierno se quedó sin dólares.
En Venezuela “el mercado cambiario siempre ha estado regulado y antes el gobierno hacía política cambiaria ofertando y demandando dólares en el mercado formal e informal”.
“Cuando el gobierno dejó de tener suficientes para cubrir la cantidad que tradicionalmente venía aportando, se dio una escasez de divisas en el mercado paralelo y el dólar se disparó”.
Como resultado de aquel colapso, afirma García, hubo una gran cantidad de operaciones de permuta de divisas que ya habían sido aprobadas y que nunca se cancelaron.
“Compañías aéreas, farmacéuticas, telefónicas, etc. se quedaron con su dinero atrapado en Venezuela”.
Muchas decidieron marcharse.
Con ellas, también los dólares que aportaban, agravando la escasez de la divisa.
En 2014 empezó a caer también el precio del petróleo, cuya exportación supone la principal fuente de ingreso de dólares a Venezuela.
Fruto de todo ello, el dólar subía como la espuma, alcanzando en el verano de 2015 sus niveles máximos.
Arcay asegura que entonces “quienes tenían dólares para cambiar en el mercado paralelo tenían un poder de compra absurdamente alto”.
Pero aquel era, cree Arcay, “un país de mentira” y la burbuja del dólar, “la consecuencia directa de una distorsión” provocada por la política cambiaria del gobierno.
García dice que es ahora cuando “se tiende de nuevo a la normalidad”.
Arcay prevé un fuerte repunte de la capacidad del dólar en los últimos meses del año.
Pero será un fenómeno estacional vinculado al pago de bonos a empleados y otras prácticas habituales de la Navidad.
La tendencia a medio y largo plazo es a que el dólar se estabilice.
García pronostica: “No debemos esperar más brincos como los de los últimos años”.
El analista cree que los distintos actores se están adaptando a la nueva realidad de la economía venezolana, mucho más pequeña y con menos actividad, y que en ese nuevo contexto el dólar tendrá un comportamiento más estable.