Dos mujeres estadounidense fueron a comprar a una gasolinera y un agente de la Patrulla Fronteriza les pidió la identificación tras oír que hablaban español.
Fueron a comprar huevos y leche a una gasolinera y terminaron retenidas por un agente de la Patrulla Fronteriza durante más de media hora.
El “delito”: hablar español.
El caso de Ana Suda y Mimi Hernández, dos mujeres estadounidenses que residen en Havre, Montana, cerca de la frontera de Estados Unidos con Canadá, se volvió viral tras la difusión de un video del incidente, ocurrido el pasado 16 de mayo.
Ese día por la noche, las dos amigas esperaban en la cola para pagar en una gasolinera de esa pequeña localidad cuando un agente de la Patrulla Fronteriza exigió ver su identificación.
Las dos mujeres supieron que la razón por las que se les ordenó que se identificaran fue que hablaban español “en un estado predominantemente angloparlante”.
Video taken by a Montana woman as she and her friend — both U.S. citizens — were questioned by a Border Patrol agent after he overheard them speaking Spanish caught the attention of border patrol officials and civil liberties groups.
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— NBC News (@NBCNews) May 21, 2018
Este incidente se suma a lo ocurrido la semana pasada con un abogado que increpó a los trabajadores de un restaurante de Nueva York por hablar español y hace que surja la pregunta de qué está pasando con quienes hablan este idioma en Estados Unidos.
Tras tomar su identificación, el agente llevó a las mujeres al estacionamiento, donde tuvieron que esperar mientras hacía las comprobaciones necesarias.
Ana Suda le pidió al funcionario que se identificara y le advirtió que iba a grabar todo el encuentro con su teléfono celular, algo a lo que el agente, que se identificó como O’Neal, no se opuso.
En el video se ve cómo Suda le pregunta si las está juzgando por su apariencia.
“No tiene nada que ver con eso”, responde. “Señora, la razón por la que le pedí su identificación es porque llegué y vi que estaban ustedes hablando español, lo cual no se oye mucho por aquí“.
Las mujeres estuvieron retenidas unos 35 minutos antes de que les permitiera marchar.
Suda, que nació en El Paso, Texas, y vive en Montana con su esposo y su hija de 7 años, llevó su caso ante la Unión Estadounidense de las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) para evaluar si puede emprender acciones legales contra el agente.
La mujer asegura que el incidente ha hecho que se sienta incómoda hablando su propio idioma, además de hacerle pasar por la mala experiencia de ser retenida a la vista de todos, como si ella y su amiga hubieran hecho algo malo.
El debate sobre qué idioma se debe hablar en Estados Unidos se viene desarrollando a lo largo de toda la historia del país, pero el auge de los teléfonos inteligentes y las redes sociales ha hecho que este tipo de choques, con las autoridades o con un extraño, sean más fáciles de grabar y denunciar.
Según datos del Buró Federal de Investigaciones (FBI), los incidentes contra latinos supusieron la mitad de todos los crímenes de odio por cuestiones raciales denunciados en EE.UU. desde 2004.
El Centro Legal para la Pobreza Sureña constató en 2008 que los crímenes de odio contra latinos estaban al alza desde 2003. El centro atribuyó entonces este ascenso a la visión negativa hacia la inmigración que cuajó durante la presidencia de George W. Bush.
Ese debate no ha hecho más que intensificarse bajo la presidencia de Donald Trump, cuya dura postura hacia la inmigración fue parte central de su campaña electoral en 2016.
“No tengo información precisa sobre el aumento de estos incidentes”, le dice a BBC Mundo José Cobas, profesor de Sociología en la Universidad de Arizona.
“Tengo la impresión de que el gobierno de Trump ha creado un ambiente en el que los xenófobos están menos inhibidos respecto a este tipo de comportamientos, pero es solo una impresión”, subraya.
El servicio de aduanas y protección de la frontera de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) tiene una política de no discriminación que prohíbe a sus empleados que utilicen estereotipos raciales y étnicos para detener a la gente o hacer registros.
Pero el lenguaje es vago a la hora de definir cómo deciden los agentes interrogar a individuos.
El CBP le dijo a la BBC en un comunicado: “Los agentes tienen amplias competencias para aplicar la ley y las decisiones sobre interrogar o no a los individuos se basan en una variedad de factores para los que los agentes de la Patrulla Fronteriza están bien entrenados”.
El organismo admitió que está revisando el incidente de Montana, pero subrayó: “Los agentes no se fijan en un factor sino en una multitud de indicadores que, cuando se suman, levantan una sospecha razonable de inmigración ilegal”.
Tengo la impresión de que el gobierno de Trump ha creado un ambiente en el que los xenófobos están menos inhibidos respecto a este tipo de comportamientos”.
José Cobas, Universidad de Arizona
Por su parte, Chris Rickerd, consejero de la ACLU, condenó las acciones del agente O’Neal en Montana.
“Es escandaloso que el CBP alegue que el hecho de que una persona hable español en una tienda justifique un trato desigual basado en la raza o etnicidad”, le dijo Rickerd a la BBC.
“La dirección de la Patrulla Fronteriza tiene que condenar inmediata y claramente que se le pidan los documentos a alguien por hablar español”, señaló, añadiendo que el agente ignoró los derechos constitucionales de dos mujeres al llevarlas a un lado por hablar un idioma extranjero.
Según los últimos datos del censo, en Estados Unidos hay 41 millones de hablantes nativos de español: el 13% de la población.
Sumados a otros casi 12 millones de hablantes bilingües, EE.UU. es el segundo país en el que más se habla español, por encima de España (el primero es México).
Incluso entre personas no hispanas, el español es el idioma extranjero más hablado en Estados Unidos.
El agente O’Neal sí tenía razón en que el idioma no se habla casi en Montana: según datos del censo de 2011, solo 13.000 residentes, un 1,4% de la población, lo hablan.