Cuando muchos empezaban a dar por frustrado el proyecto encabezado por Juan Guaidó para sacar a Nicolás Maduro del poder en Venezuela, el líder opositor duplica su apuesta con un movimiento inesperado y de impacto.
La liberación de Leopoldo López, tradicional líder antichavista que desafió a Maduro en 2014 y terminó en la cárcel, ha hecho que Venezuela se levante este martes sobresaltada.
Privado de libertad desde 2014, López es un símbolo para toda la oposición venezolana y lidera el partido de Voluntad Popular, el mismo en el que milita Juan Guaidó y que ahora lidera la estrategia radical de la oposición contra Maduro.
López es el mentor político del que se considera como presidente encargado.
Este último e inesperado paso se produce en un momento en el que las protestas convocadas recurrentemente por el líder opositor, que el pasado 23 de enero invocó la Constitución y se declaró presidente interino del país ante lo que considera una “usurpación” de Maduro, parecían perder su impulso inicial.
Como pasaban las semanas y Maduro seguía al frente del gobierno, sus propios simpatizantes comenzaban a admitir en privado que el efecto Guaidó corría el riesgo de diluirse.
El sorpresivo movimiento en torno a López este martes reactiva la apuesta política de Guaidó y también las esperanzas de sus seguidores.
Aunque Guaidó ha logrado en otras ocasiones poner de manifiesto que hay aspectos que se escapan del control de Maduro, como cuando violó la prohibición de salida del país y completó una gira internacional, nunca hasta ahora había logrado con éxito un golpe de efecto como el que supone la liberación de López con ayuda de efectivos militares.
Sus llamados a que los militares dieran la espalda a Maduro y se sumaran a su movimiento o su anuncio de que la ayuda humanitaria enviada por Estados Unidos y sus aliados entraría en Venezuela “sí o sí” no tuvieron el efecto deseado, pese a que decenas de efectivos desertaron a Colombia y Brasil.
Poner en la calle a López supone una demostración de fuerza que no había logrado hasta ahora, ya que pone en duda la lealtad hacia Maduro de los agentes de seguridad encargados de la crítica tarea de custodiar al que sin duda es el preso más simbólico de Venezuela, y quizá de Latinoamérica.
La situación es muy incierta, pero Guaidó ha conseguido respaldar con hechos algo que lleva semanas anunciando, que “la cadena de mando en Venezuela se ha roto”.
Lo que no está claro aún es si de veras puede lograr que la Fuerza Armada Nacional, y no solo unos cuantos militares, por importante que sea su labor, se alinee en su bando y colabore en un eventual cambio de gobierno.