Un nuevo rediseño del cerebro humano, son los resultados de este grupo internacional de 34 científicos, los escaramujos forman parte un subtipo de neuronas llamadas inhibidoras, estas detienen la acción de otros organismos celulares cerebrales
La han llamado escaramujos, o rosehip en inglés (rosa mosqueta), porque su apariencia se asemeja a la de una rosa sin los pétalos. Y su hallazgo puede servir a los especialistas para conseguir entender mejor los trastornos cerebrales.
Los resultados de este grupo internacional de 34 científicos se han publicado en la revista especializada Nature Neuroscience y abre la puerta a un nuevo rediseño del cerebro humano tal y como lo conocemos ahora, aseguran los investigadores en su estudio.
El hallazgo, que ha sido posible gracias a la colaboración entre la Universidad de Szeged, en Hungría, y el Instituto Allen para la Ciencia Cerebral, con sede en Seattle, Estados Unidos, puede ayudar a explicar por qué muchos tratamientos experimentales para desórdenes cerebrales han funcionado en ratones pero no en personas.
Los escaramujos forman parte un subtipo de neuronas llamadas inhibidoras, aquellas que detienen la acción de otros organismos celulares cerebrales. Su morfología tiene intrigados a los científicos, ya que parece que la unión con su pareja celular se hace solo a través de una parte muy específica de su masa.
“Esto puede significar que controlan el flujo de información de forma muy específica”, aclara el neurólogo Gábar Tamás, de la universidad húngara de Szeged y coautor del estudio.
Pero todavía falta por esclarecer cuál es su función específica, solo tienen claro que es especial porque nunca antes los científicos se habían encontrado con un cuerpo celular de estas características.
“Es especial por su forma, sus conexiones y también por los genes que contiene”, explicó Trygve Bakken, coautor de la investigación y neurocientífico del Instituto Allen.
Por el momento los investigadores saben dónde se encuentran y esto les hace entender que pueden tener una función significativa en nuestro organismo.
Están en la capa 1 del cerebro, también llamada neocórtex, la más externa y encargada de la consciencia, una característica considerada exclusivamente humana y de extrema importancia. Los daños en el neocórtex pueden afectar seriamente las habilidades cognitivas de un ser humano.
Según los científicos que realizaron el estudio, el hecho de que estas células no hayan podido encontrarse, entre otros, en los animales más demandados por los laboratorios (los ratones) podría explicar que muchos de los experimentos que se practican después en humanos no hayan tenido los mismos resultados que con los roedores.
El descubrimiento, hecho tras el análisis del tejido cerebral de varios cerebros humanos, puede dar lugar a la creación de modelos más precisos y ajustados de nuestro órgano más importante.
Y para ello el equipo investigador tiene una demanda.
“Si queremos entender cómo funciona el cerebro humano, debemos estudiar a los seres humanos o a especies que estén estrechamente relacionadas”, señaló en un comunicado Bakken.
Los siguientes pasos para la investigación serán explorar la corteza externa de primates y después en personas que sufran trastornos neuropsiquiátricos, para comprobar si presentan alteraciones.