Daniel Ek a los 13 años tuvo sus primeros clientes y a los 23 manejaba un Ferrari Modena, hasta que un día se cansó de todo.
Con 35 años, el sueco Daniel Ek se convirtió en multimillonario luego que su empresa saliera a bolsa este martes y alcanzara una capitalización de mercado de US$26.600 millones.
Al cierre de Wall Street, el emprendedor había sumado a su fortuna personal US$2.450 millones.
“Desde que tenía 4 años, mi vida ha girado en torno a la música y la tecnología”, escribió Ek, fundador y CEO de Spotify, el mayor sistema de reproducción de música en línea.
El emprendedor vivía con su madre, su padrastro y su hermano menor Felix en Ragsved, un suburbio de Estocolmo.
Su abuela fue una cantante de ópera y su esposo un pianista de jazz. Cuando estaba en el colegio le gustaba dedicar su tiempo a programar en el computador y en ocasiones a cantar y tocar guitarra.
Aprovechando su talento tecnológico, a los 13 años diseñaba sitios web en su habitación por los que cobraba entre US$100 y US$200.
Un año después, hacía el mismo trabajo por US$5.000 y a los 18 años ya tenía a otros chicos trabajando para él.
Postuló a la carrera de Ingeniería en el KTH Royal Institute of Technology, pero desertó después de ocho semanas, cuando se dio cuenta que el primer año estaba lleno de teoría matemática y que en realidad lo que él quería era emprender un negocio.
Después de deambular por algunas firmas, se puso a trabajar en la agencia de publicidad online TradeDoubler y en poco tiempo su cuenta en el banco comenzó a crecer.
Era la época de las fiestas y la diversión. A sus 23 años, Ek tenía independencia financiera, un Ferrari Modena rojo y tarjetas vip para entrar a los clubes más exclusivos.
Pero de pronto se apagó la luz.
“Me di cuenta que mis amigos no eran mis verdaderos amigos”, dijo Ek en una entrevista con la revista The New Yorker.
Como si despertara de un sueño, el chico de Ragsved vendió su auto y su departamento en el centro de Estocolmo y se fue a vivir a una cabaña fuera de la ciudad.
Después de un tiempo entró en contacto con Martin Lorentzon, a quien había conocido en su anterior trabajo, y juntos se pusieron a desarrollar una idea que terminaría convertida en Spotify.
“La industria musical estaba en el suelo”, le dijo Ek al periódico The Guardian. “Literalmente dormí afuera de sus oficinas, regresando semana tras semana”.
Quienes lo conocen lo describen como un “prodigio de la computación”, amante de la música, el fútbol y los videojuegos, con un semblante pacífico que, aparentemente, es muy difícil de alterar.
Ek y Martin Lorenzton fundaron la empresa en 2006 y lanzaron Spotify por primera vez en Europa en 2008.
Más tarde llevaron el servicio a Estados Unidos con el aporte de varios inversionistas, incluidos los pioneros de Napster, Sean Parker, y de Torrent, Ludvig Strigeus en 2011.
“Daniel tiene una paciencia estilo zen y una habilidad para que no le afecte la presión”, dijo alguna vez Parker.
Era el inicio de un proyecto empresarial que redefiniría la manera en que escuchamos música. Muchos creyeron que era absolutamente descabellado entregar gratuitamente los catálogos de música a la gente.
Una década después, la compañía opera en 61 países y cuenta con 159 millones de usuarios activos, de los cuales 71 millones pagan por una suscripción de unos US$10 al mes por escuchar música sin avisos comerciales.
Es el mayor servicio de streaming del planeta, pero a pesar de su éxito, aún no genera ganancias.
Sus ingresos vienen del pago de suscripciones y de la publicidad que escuchan los que acceden gratuitamente al servicio.
Pero los altos costos que paga Spotify por licencias musicales, comisiones a los sellos y otros derechos de autor, no le han permitido hasta ahora, obtener utilidades, aunque la brecha se ha ido acortando.
Con la salida en bolsa y su multimillonaria capitalización, es probable que en el futuro la firma genere retornos, dicen los expertos del sector.
En todos estos años Spotify ha sido blanco de ataques por parte de algunos artistas que ven a la empresa como un enemigo que quiere perjudicarlos.
De hecho, la semana pasada la compañía fue demandada por Wixen Music, empresa que administra la música de Tom Petty, Neil Young, y otros artistas por un valor cercano a los US$1.600 millones.
Pero así como hay detractores, también existen artistas que apoyan a la compañía, como es el cas de Bruno Mars (que además cantó en su boda con Sofia Levander en 2016) o Ed Sheeran, que lo ha llamado un “pionero tecnológico”.
A estas alturas del juego, Ek podría retirarse a vivir de sus ahorros e inversiones, pero como lo ha mostrado su corta trayectoria, seguramente tiene otros proyectos en mente.