Redacción / BBC News Mundo
“Yo no diría que el sexo me resulta completamente desagradable, es más bien que no me interesa en lo más mínimo. Es parecido a por qué a algunas personas les encanta una particular serie de TV y a otras les resbala”, dice Adam Thompson, de Manchester, en Inglaterra.
Adam tiene 27 años y una vida social efervescente. Le encanta descubrir nuevos lugares para comer y participa a menudo en concursos de pub, un popular pasatiempo en los bares tradicionales británicos.
Por las mañanas trabaja como camarero en un popular local de desayunos y por las noches hace monólogos de comedia en un par de lugares de su ciudad.
En esas actuaciones bromea sobre los sitios de citas y canta canciones para niños sobre las ironías de la vida moderna. Pero nunca revela en el escenario su verdadera identidad.
Adam se identifica como asexual: una orientación que puede tener muchas capas, con la que en general se describe a una persona que no experimenta atracción sexual.
“Definitivamente sí tengo sentimientos románticos por las personas”, explica. “Sí encuentro a la gente atractiva, sí veo chicas que me parecen guapas, pero en ningún momento en mi cerebro llegó al punto de querer acostarme con ellas”.
Adam empezó a identificarse por primera vez como asexual hace siete años, después de una cita terrible que acabó en una sesión de madrugada de autodiagnóstico.
“Incluso a los 20 no me interesaba la masturbación, que era algo un poco raro en comparación con mis amigos. Me hacía sentirme un poco extraño. En general, simplemente no me interesaba en absoluto el sexo, ni comentarlo con amigos ni verlo en la televisión. Y me preguntaba, ¿por qué?”.
“Por aquella época había estado en una relación, que se terminó en gran parte precisamente porque no me interesaba el sexo. Pensé que simplemente yo no estaba listo. Se lo había explicado a la chica, pero cuando compartimos cama eso no era suficiente para ella. Fue muy incómodo y eso me dejó de bajón”.
“Me quedé despierto hasta tarde esa noche, estresado y siendo hipercrítico conmigo mismo, en todos los aspectos. Y entonces busqué en Google: ‘¿Qué problema tengo? ¿Por qué no me interesa el sexo?'”.
Así encontré que había otras personas allá afuera haciéndose las mismas preguntas. Así que empecé a buscar respuestas en los foros, para averiguar qué era yo en ese sentido. A partir de ese punto empecé a autoidentificarme como asexual”.
Cada vez hay más interés y concientización sobre la asexualidad, pero no se trata de un fenómeno nuevo.
En realidad nadie sabe cuánta gente se identifica como asexual, pero la cifra más citada habitualmente es que está presente en un 1% de la población.
Este dato salió de un estudio de 2004 realizado por el psicólogo canadiense Anthony Bogaert, que le preguntó a una muestra poblacional quién los atraía sexualmente. El estimado del 1% está basado en la cantidad de gente que respondió “a nadie“.
Michael Doré es miembro del equipo que lleva el proyecto AVEN, un espacio en internet donde la gente puede informarse sobre la asexualidad y conocer en sus foros a otras personas que se identifican como asexuales.
Es el mismo sitio web que Adam encontró cuando buscó información en internet hace 7 años, y que le facilitó conocer a gente parecida a él que vivía cerca.
“Es difícil cuantificar la escala de la población que es asexual porque mucha gente todavía no salió (del armario) como tal”, dice Michael.
“Hay una diferencia entre la comunidad abiertamente asexual y la gente que en privado se identifica como asexual o que todavía no ha descubierto siquiera ese término”.
“Ahora mismo, nosotros tenemos más de 100.000 miembros registrados. No todos son activos. Algunos quizás solo abrieron una cuenta la primera vez que visitaron el sitio, otros quizás se acabaron alejando… pero de año en año vemos un aumento enorme de números, pasamos de solo 3 en 2002 a casi 105.000 en 2018”.
AVEN ha estado ejerciendo presión con la Oficina Nacional de Estadística de Reino Unido para que asexualidad se incluya como una opción en el próximo censo demográfico de 2021, ya que se está estudiando si incluir por primera vez en la historia una pregunta sobre identidad sexual.
Carrie Paechter, directora del Centro de Nottingham para los niños, los jóvenes y las familias, se especializa en temas de identidad e infancia y cree que cada vez más gente está percibiendo que es diferente “porque ahora se habla más sobre el sexo“.
“La sociedad ha cambiado. En parte por la píldora, en parte por el feminismo, ahora todo el mundo puede disfrutar del sexo”.
“La asexualidad es otro movimiento que identifica que, en realidad, hay gente a la que no le gusta el sexo y no pasa nada. La gente está experimentando para saber cómo quieren ser y qué les está permitido ser”.
Según Michael, todavía hay muchos mitos sobre la asexualidad, como la idea de que un individuo que es asexual es porque “todavía no encontró a la persona adecuada” o porque “no recibe ninguna atención”.
“Nos llegan muchas preguntas del tipo “a mi marido o a mi mujer no le gusta el sexo, ¿tienen algún problema?”, o del tipo “¿se puede curar la asexualidad?”. La asexualidad no es una enfermedad ni un problema, solo es una orientación sexual”.
Pero identificarse abiertamente como asexual no es nada fácil.
Adam se lo dijo a sus amigos y familia al inicio de la veintena, para aliviar la presión de sentirse diferente.
“Mi padre se lo tomó bien. Reaccionó tipo ‘tiene sentido’. Pero mi madre dudó. Se entristeció porque pensó que quizás no podría tener hijos. Los amigos a los que se lo conté lo aceptaron bien, y eso ha sido positivo”.
Algunos amigos, como Kelsie, incluso intentaron ayudar a Adam a encontrar pareja y a entenderse mejor a sí mismo, sobre cómo podría vivir su intimidad.
La asexualidad es compleja: no hay una sola manera de ser asexual, sino que el término se refiere a un espectro de maneras de ser con las que la gente se puede identificar.
“No es algo blanco o negro”, dice Michael. “Algunos se identifican como grey-asexual o Grey-A“, un juego de palabras en inglés que hace referencia al color gris.
“Así, quieren decir que a veces pueden experimentar cierta atracción sexual pero con una intensidad menor y con mucha menor frecuencia que la mayoría de la gente”.
Además la comunidad asexual tiene una gran diversidad de género, mucho mayor que en la población general. Hay una proporción mucho mayor de gente que no se identifica con el concepto binario de género, de hombre o mujer.
“Ahora probablemente me describiría específicamente como demi-sexual“, dice Adam. “Eso es una persona que estaría dispuesta a tener sexo con una pareja con la que tiene un compromiso estable. Pero mi cuerpo nunca me pide tener sexo, en absoluto. Es una especie de desinterés”.
Después de tener citas durante siete años, ahora conoce bien las complejidades de su propia sexualidad. Pero también lo que espera de una relación.
“Hace poco intenté salir con alguien que también era asexual pero no acabó bien”, dice.
“Ahora he vuelto a buscar chicas en sitios web, pero no busco específicamente chicas asexuales. He estado chateando con algunas que parecen amorosas y espero poderlas ver en persona en una cita para conocerlas mejor”.
“A la larga lo que me gustaría sería ser padre”, concluye, al pensar en el futuro.
“Me encantaría poder casarme con alguien a quien ame”.