El gobierno de Donald Trump está creando nuevas barreras para emigrar legalmente a Estados Unidos.
Este lunes, el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS, por sus siglas en inglés) publicó una nueva norma en la que establece que aquellos inmigrantes legales que puedan convertirse en una “carga pública” no podrán obtener una visa, ni la residencia permanente (conocida como greencard) ni la ciudadanía estadounidense.
La regulación se basa en la idea de que los extranjeros que quieran residir en Estados Unidos deben ser capaces de mantenerse por sí mismos y que las ayudas del Estado deben reservarse a los nacionales del país.
La medida afectará a quienes reciban ayudas públicas como los cupones para alimentos (conocidos como food stamps) o los subsidios para el pago de alquiler, otorgados a personas que viven por debajo del umbral de pobreza.
La norma también cerrará las puertas de EE.UU. a quienes hayan recibido atención sanitaria a través del Medicare, entre otros programas públicos.
La nueva regulación publicada por el USCIS entrará en vigor el próximo 15 de octubre, aunque expertos en política migratoria prevén la presentación de varias demandas judiciales en su contra que pueden retrasar o impedir su puesta en marcha.
Entre los aspectos cuestionados de la nueva regulación se apunta al hecho de que los funcionarios de migración podrán denegar la residencia permanente o la ciudadanía a aquellas personas que considera que tienen probabilidad de necesitar ayudas públicas en algún momento en el futuro.
Entre los factores que las autoridades tomarán en consideración se incluyen:
Con esta nueva regulación, los inmigrantes que no cumplan con estos requisitos o que tengan probabilidad de depender de ayudas públicas como el seguro de salud público Medicare en el futuro podrán verse impedidos de entrar en Estados Unidos.
En el caso de aquellos que ya se encuentran en territorio estadounidense, no podrán obtener la residencia permanente o adquirir la ciudadanía.
Marielena Hincapie, directora ejecutiva del National Immigration Law Center, una ONG con sede en Los Ángeles, cuestionó la nueva regulación y señaló al diario The Washington Post que se trata de “fundamentalmente de un intento del presidente Trump de transformar nuestro sistema migratorio en favor de los ricos”.
En un encuentro con la prensa para explicar el alcance de la norma propuesta, el director encargado del USCIS, Ken Cuccinelli, restó importancia a la misma y la presentó como un ajuste a una regla que ya existía.
“Esta es una norma que tiene 140 años. Estamos frente a su ajuste más reciente pero esto no es nuevo“, dijo.
“Simplemente estamos haciendo efectivo lo que ya el Congreso había puesto en la ley. Así que no hay razones para que ningún grupo en particular sienta que esto está dirigido en su contra”, agregó al ser preguntado sobre si se trataba de una regulación en contra de la inmigración latina.
La nueva norma para evitar que los inmigrantes se conviertan en una “carga pública” es el cambio más reciente impulsado por la Casa Blanca para intentar frenar el ingreso a Estados Unidos de inmigrantes tanto legales como ilegales.
Iniciativas anteriores han buscado vetar la entrada de personas procedentes de varios países de mayoría musulmana, revocar el programa DACA (que beneficia a los inmigrantes que llegaron ilegalmente a EE.UU. siendo menores de edad) así como poner fin a los programas de protección temporal a inmigrantes de El Salvador, Honduras, Haití o Nicaragua.
Hasta ahora, todos estos cambios han sido llevados ante los tribunales, donde ha sido suspendida la aplicación de la mayor parte de ellos.