Sean Smith tenía 10 años cuando encontró un arma en la casa y pensó que era de juguete, la disparó accidentalmente y la bala atravesó el corazón de su hermana menor, Erin.
“Le disparé. No fue intencional”, decía la infantil y angustiada voz en la grabación del centro 911 que recibe llamadas de emergencia en Estados Unidos.
“Mi hermana se está ahogando”, continuó la voz del niño.
Operador 911: “¿Se está ahogando?”
“Está muerta”.
“¿Está muerta?”
“Sí, por favor, busque a mi mamá y a mi papá ¡Oh, Dios mío!”.
Treinta años después, Sean y su madre reflexionan sobre cómo esos segundos cambiaron el curso de sus vidas.