En medio de muestras de dolor y remembranzas fue inhumado este jueves Concepción Hernández, cuyo rostro le dio la vuelta el mundo, luego de que su fotografía fuera publicada en la portada de Prensa Libre del lunes último, la cual mostraba la magnitud de la tragedia causada por la erupción del Volcán de Fuego.
A las 14 horas, el ataúd fue desplazado en hombros por las estrechas y empedradas calles de San Pedro Las Huertas, Antigua Guatemala, vecinos salían de sus casas para presenciar el paso del cortejo fúnebre.
“Papá, ahora a quién le voy a dar comida si yo era la que te cuidaba. ¿Qué haré ahora sin ti?”, decía Elba Hernández, hija de Concepción, al momento en que sacaban el ataúd de la casa donde fue el velorio.
En la iglesia de la aldea se llevó a cabo una misa de cuerpo presente, luego el sepelio fue en el cementerio de la localidad, en medio de un día nublado. La fotografía de Concepción Hernández, que fue portada de Prensa Libre del lunes último, le dio la vuelta al mundo, al ser uno de los rostros de la tragedia del Volcán de Fuego.
Su ataúd estuvo en un pequeño cuarto, donde el olor a flores se mezclaba con el llanto y los lamentos de su familia, que lo recuerda como un hombre que siempre dio todo por salir adelante.
Una imagen de Jesús y cuatro veladoras acompañaron el féretro durante el velatorio, en el que participaron sus hijos, nueras, nietos y su esposa, Brígida Rabadic, de 79 años, quien con rostro cansado y entre llanto recuerda el fatídico día cuando el volcán borró toda una vida al lado de Concepción.
Recuerda que eran felices y que desde hace 58 años se asentaron en San Miguel Los Lotes, Escuintla, donde a diario vivían con los estruendos del coloso.
Relató que el domingo último desayunaron juntos y se percataron de la actividad del volcán, pero nunca imaginaron que el material volcánico bajaría hacia la comunidad. Cuando vecinos dieron la alerta, ella le dijo: “viejo salgamos”, a lo que él respondió que eran cosas de la gente y no quiso salir, pues convivieron por más de cinco décadas con el coloso y la lava tenía su camino marcado, pero ese domingo cambió de rumbo y causó la tragedia.
Frases como “papá te amamos” y “gracias por todo” se escuchaban de parte de familiares, quienes indicaron que la incertidumbre los rodea, pues no tienen a dónde ir.
Frente a la casa donde fue el velatorio se instaló un toldo, algunos comentaban lo sucedido y otros pedían “Dios nos libre de otra tragedia”.
Los rostros de desconsuelo eran evidentes, por momentos todos callaban y luego se escuchaban llantos.
Carlos Armando Hernández, hijo de Concepción, relató que ellos huían y la lava los seguía, por lo que se tomaron de la mano para correr más rápido y no supieron más de su padre.