La final de la Copa Libertadores-2018 se definirá por primera vez con un doble superclásico argentino después de que River Plate protagonizara el martes una remontada heroica ante Gremio, dejando fuera a los vigentes campeones.
Boca Juniors clasificó este miércoles a la final de la Copa Libertadores 2018 al empatar 2-2 con Palmeiras en un vibrante encuentro disputado en Sao Paulo y se jugará el título contra sus archirrivales de River Plate en una decisión inédita para la mayor competición de clubes del continente.
Protegidos por el 2-0 de la ida, los argentinos fueron también los más rápidos en el Allianz Parque al adelantarse en el 17 gracias a Ramón Ábila. Parecía entonces que la eliminatoria estaba sentenciada, pero el ‘Verdao’ despertó tras el descanso y arrancó la remontada en el 52 con el tanto de Luan, y después con Gustavo Gómez de penal en el 60.
Hasta que volvió a aparecer Darío Benedetto. Recién salido del banco, el héroe de la ida para Boca tenía aún más munición y de un soberbio lanzamiento de fuera del área acabó con las esperanzas brasileñas en el 70.
La final de la Copa Libertadores-2018 se definirá por primera vez con un doble superclásico argentino después de que River Plate protagonizara el martes una remontada heroica ante Gremio, dejando fuera a los vigentes campeones.
“Sabemos que es un rival difícil, como todo el que llega a una final de Libertadores”, valoró después Gustavo Barros Schelotto, hoy técnico titular de Boca por la suspensión de su hermano Guillermo.
“Vamos a pensar en cómo ganar independientemente de todo lo que sabemos que se va a decir y va a suceder fuera de la cancha. Nada nos va a alterar”, añadió.
La Libertadores se vestía de gala esta noche en Sao Paulo, con dos gigantes de América jugándose la vida ante 40.000 almas. Al Palmeiras le encendían los 18 años que lleva sin entrar en la final del torneo -desde la que perdió en 2000, precisamente contra Boca- y la ilusión de una de las mayores hinchadas de Brasil.
Pero lo de Boca era otra cosa. Era el combustible de saber que River ya estaba esperándole en una decisión jamás vista donde si los ‘xeneizes’ vencen pueden igualar a Independiente como el club con más Libertadores, con siete cada uno.
“Va a ser un partido especial, es un clásico, uno de los partidos más especiales que un futbolista puede jugar”, celebró Nahitán Nández en declaraciones a Fox Sports.
Si a eso se le suma el colchón de la ida, el cóctel era explosivo contra el Palmeiras que, abrazado por su hinchada, salió volando al Allianz Parque.
Eran todo revoluciones los de Luiz Felipe Scolari, que optó de inicio por Lucas Lima en lugar de Moisés y por Deyverson en lugar del colombiano Borja para darle más fluidez al equipo. Y durante diez minutos, funcionó.
De su conexión nació el gol de Bruno Henrique que pudo cambiar la historia, pero Deyverson estaba en fuera de juego y al VAR no se le escapó.
Avisado, el juez anuló el tanto y el mundo se le cayó encima al Palmeiras, que tardó medio tiempo en ver la luz.
Pidió pista entonces Boca, que dejó un primer aviso haciéndole sacar a Weverton un balón literalmente de la línea mandado por Ábila.
También asustaría después Pavón a un Palmeiras desfondado al que, cuando se dio cuenta, le habían robado un balón que corría por la banda izquierda. Lo conducía veloz Villa, que le sirvió en el área a Wanchope el centro con el que condenó a Weverton.
Se quedó sin habla un estadio que apenas siete minutos antes había rozado una remontada que era ahora un sueño, con la final a cuatro goles y el ‘Verdao’ sin ideas.
“Tenemos que reconocer que fueron superiores”, valoró después Scolari. “Es justo que la final sea River contra Boca. Me gustó mucho el trabajo de Boca y ahora será un clásico argentino”, completó.
Necesitaba el Palmeiras un milagro, pero esto es la Libertadores y aquí a veces ocurren. Lo saben bien los viejos rockeros como Felipao, que en un campo ya lo han visto casi todo: desde ganar una Libertadores con Palmeiras o un Mundial dirigiendo a Brasil, hasta perder en casa una semifinal contra Alemania 7-1.
Por eso volvió a creer el ‘Verdao’, que regresó mordiendo del descanso. A los dos minutos Lucas Lima mandó el primer misil y poco después Luan incendiaba el estadio al fusilar de un derechazo a Rossi tras un pase de Melo.
Si iban a caer, lo harían peleando y rugía Sao Paulo con un Palmeiras disparado al que Boca ya no alcanzaba a cerrarle las compuertas. Tanto que Izquierdoz acabó derribando a Dudu en el área, poniendo en bandeja la remontada. Marcó penal el juez y no falló Gustavo Gómez, que enloquecía definitivamente una eliminatoria que nunca estuvo tan viva.
Al ‘Verdao’ le separaban dos goles y media hora de la final, un peaje demasiado grande cuando hay tanto en juego, pero que se vuelve irreversible cuando en el equipo de enfrente hay alguien que brilla como Benedetto.
En estado de gracia, el delantero argentino -autor del doblete en la ida tras once meses sin marcar- vino a Brasil a rubricar la eliminatoria que llevará siempre su nombre.
Había salido ocho minutos antes, pero no necesitó más para sentenciar al ‘Verdao’ con un golazo de fuera del área, que vale una final.
La historia aguarda ahora en Buenos Aires.
© Agence France-Presse