Seis derrotas en un año (récord histórico), solo cuatro victorias y tres empates. Mal bagaje para una cuádruple campeona del mundo.
Joachim Löw, el seleccionador de Alemania, ha sobrevivido después del peor año de la historia del fútbol alemán. Y el país debe confiar en él a partir de ahora para lograr un cambio generacional que Löw solo ha permitido después de su fracaso en la Liga de Naciones.
2018 quedará como un “annus horribilis” por la eliminación en la fase de grupos del Mundial de Rusia y el amargo descenso a la Liga B de Naciones. Seis derrotas en un año (récord histórico), solo cuatro victorias y tres empates. Mal bagaje para una cuádruple campeona del mundo.
“El equipo nacional está en su punto más bajo histórico y nadie puede decir con seguridad si la caída no continuará”, escribió con preocupación la revista alemana Kicker.
¿Cómo explicar que el seleccionador no haya sido despedido? En el cargo desde 2006 y con un enorme prestigio por su título de campeón del mundo en 2014, Joachim Löw ha tenido la inteligencia de dar la vuelta a su favor una situación en la que otros no habrían sobrevivido.
Para Löw la eliminación del Mundial fue un accidente, explicable por sus propios errores tácticos. Pero en su autocrítica nunca cuestionó la presencia de sus jugadores “históricos” en el equipo.
En septiembre, el “cambio profundo” que había prometido no ocurrió. La columna vertebral de los campeones del mundo en Brasil continúa, reforzada por algunos jóvenes para “adquirir experiencia en contacto con los mayores” pero muy liberados de responsabilidades.
El sistema se desplomó en octubre en una derrota (3-0) en Amsterdam contra Holanda.
Muy presionado, el técnico de 58 años se adaptó a la velocidad del rayo. Desde entonces la Mannschaft ha jugado tres partidos con un equipo rejuvenecido. El lunes ante Holanda contaba con seis jugadores menores de 24 años y solamente con Neuer, Hummels y Kroos por parte de los mayores.
El balance no es brillante: una derrota 2-1 en París, una victoria 3-0 contra una débil Rusia y un empate 2-2 contra Holanda.
Pero el hábil “Jogi” ha sabido adaptar su discurso. De repente el resultado ha pasado a ser algo secundario, en beneficio de la adaptación del nuevo grupo.
“He visto más cosas positivas que negativas”, dijo después del partido del lunes contra los holandeses, que marcaron dos goles en los últimos cinco minutos después de haber sido dominados durante todo el encuentro.
“Es el precio a pagar por un equipo joven”, justificó Löw, “normalmente debemos ganar un partido como este, pero las intenciones fueron buenas, podemos construir sobre eso (…) Acabo el año con una buena impresión, tenemos mucho potencial”.
La impresión general de los comentaristas es que Löw ha cedido a la presión y no a sus convicciones profundas. Pero las críticas contra él chocan en los medios con elogios hacia sus nuevos titulares: Leroy Sané, Timo Werner, Serge Gnabry o Thilo Kehrer.
El periódico Die Welt, por ejemplo, asegura que “las dudas acompañarán a Löw todavía en 2019” aunque aplaude que el trío Sané-Werner-Gnabry haya “mostrado el lunes el camino a seguir”.
Apoyado firmemente por la federación, Löw tiene a partir de ahora la excusa de la reconstrucción para avalar posibles malos resultados. Salvo catástrofe en la fase de clasificación a la Eurocopa-2020, estará tranquilo al menos hasta esa competición.
© Agence France-Presse