Sobre la línea de banda de un pequeño campo de fútbol en una universidad de El Cairo, Hanan Hasan recuerda sus inicios en el arbitraje y la respuesta que recibió de la madre de una jugadora.
“En voz alta, gritó mientras miraba hacia mí: ‘Dios te bendiga, hija mía y espero que mi propia hija sea como tú'”, recuerda con orgullo Hassan.
Durante años, las árbitras en Egipto han dirigido partidos de fútbol de bajo nivel, pero ahora tienen sus miras puestas en la liga principal.
“Mis colegas en el extranjero ya han arbitrado en los torneos masculinos de sus países, entonces ¿por qué no en Egipto?”, pregunta la también árbitra Mona Atalla.
Vestidas con pantalones y una camisa rosa con el logotipo de la FIFA, Hassan y Atalla, ambas de 37 años, dirigieron el partido amistoso femenino de la Universidad Ain Shams en la capital egipcia.
Mientras Hassan comenzó su carrera como árbitra profesional en 2006, Atalla formó parte del primer grupo de árbitras registradas en Egipto en 1998, a las que se les permitió supervisar torneos femeninos y juveniles masculinos.
Después de años sobre el césped, Atalla y su colega Pusy Said finalmente fueron autorizadas en abril para dirigir partidos en las ligas de segunda y tercera división masculina.
La decisión del comité de árbitros de la Asociación Egipcia de Fútbol elevó las esperanzas de que las árbitras pronto tengan las tarjetas rojas y amarillas en la liga de primera división. Atalla ya ha trabajado en torneos internacionales femeninos, incluida la Copa del Mundo Sub-20.
“Nuestra experiencia no es inferior a la de los árbitros masculinos, y la ley (sobre arbitraje futbolístico) es la misma y debería aplicarse”, agregó.
Hassan, que también posee una licencia de árbitra internacional, argumentó que las mujeres pueden tener una ventaja en el terreno de juego.
“Si los partidos masculinos incluyen algo de violencia, la presencia de una árbitra podría empujar a algunos jugadores a ser más moderados”, dijo, de pie sobre el terreno de juego con el pelo cubierto.
“Para mí es natural tomar decisiones con una sonrisa para absorber la ira de la persona que tengo enfrente”, bromeó Hassan.
De las 60 mujeres que cuentan con licencia para arbitrar, apenas ejercen 15, de las cuales 6 tienen licencia internacional, según el jefe del comité de árbitros, Azab Haggag.
Este dirigente no ve motivos para que las mujeres no oficien partidos de perfil más alto, “pero tiene que hacerse gradualmente para que los aficionados estén más preparados y lo acepten”.
Atalla, cuyos hermanos y esposo también son árbitros, afirma que ha visto cómo las actitudes han cambiado durante los últimos años.
Al principio “algunas personas consideraban extraño que las mujeres jugaran al fútbol, y más aún que fuesen árbitras (…) porque de ellas dependían las decisiones sobre un partido”, dijo.
“Como esta tarea la han venido desarrollando mujeres que hacen su trabajo a la perfección, la gente se ha sentido muy orgullosa de su presencia en el campo”, añadió Atalla.
Pero mientras las árbitras luchan por ganar más terreno, Haggag aseguró que la federación egipcia ha recibido algunas quejas de las jugadoras.
Norhan Hamdy, una joven de 21 años que jugaba en la Universidad Ain Shams, es una de los futbolistas que objeta contra las árbitras.
“Como jugadora de fútbol femenino, prefiero que un hombre oficie en mis partidos”, señaló Hamdy a la AFP. Esta futbolista cree que algunas mujeres árbitras están influenciadas por sus emociones y pueden ser parciales hacia sus amigas.
“Debemos luchar contra este pensamiento”, responde Atalla, consciente de los desafíos que todavía les quedan por delante, pero que afirma tener la determinación necesaria para “luchar” por ganar reconocimiento y ver a las árbitras egipcias dirigiendo partidos de la máxima categoría.