El estadio, con aforo de 20.108 localidades, registró apenas una entrada oficial de 10.133 espectadores.
Diego Armando Maradona debutó con éxito en la dirección de Dorados de Sinaloa, que golearon 4-1 a Cafetaleros de Tapachula por la octava fecha del torneo Apertura del Ascenso (segunda división) del fútbol mexicano.
Aunque la entrada al estadio Banorte no dio el lleno que se esperaba, la noche sí fue redonda para los Dorados del astro argentino, que llegaron al partido con tres puntos en el decimotercer lugar de la clasificación y ahora tienen seis unidades en la décima posición.
Maradona fue el centro de atención, pero compartió créditos con Vinicio Angulo, la figura del partido. El ecuatoriano marcó los tres primeros goles de los Dorados y honró el 10 de su dorsal, mismo número que lució el astro argentino en sus tiempos de jugador.
Los primeros indicios del debut de Maradona se pudieron ver en las inmediaciones del estadio, con cantidad de jerséis con su número y apellido.
Aunque el día de su presentación Maradona pidió apoyo y acompañamiento, la afición no se desbordó, aun cuando la directiva mantuvo el precio habitual de los boletos.
Para ver el primer partido con su afamado nuevo técnico, los asistentes pagaron localidades de entre 90 y 250 pesos (entre 4,7 y 13,1 dólares). En sus dos anteriores compromisos en casa, los Dorados apenas registraron una asistencia de 4.208 aficionados en promedio por juego.
El estadio, con aforo de 20.108 localidades, registró apenas una entrada oficial de 10.133 espectadores. Maradona no fue el imán de taquilla que se esperaba, pero su presencia sí resultó un gran impulso anímico para los Dorados.
“Yo sabía que ganábamos cuando vi a mis jugadores entrenar con ganas. Estos muchachos tienen hambre de gloria”, dijo Maradona tras el triunfo, aunque evitando triunfalismos. “Acá no se ganó nada, se ganó un partido, pero nos quedan muchas finales”.
Minutos antes del juego, el termómetro andaba por los 27 grados centígrados. Diego salió del vestidor con pantalón de chándal y playera de manga corta, además de su gorra con el escudo de Dorados. Se le vio muy sereno, escoltado en todo momento por su auxiliar Luis Islas.
Muy afectuoso, el técnico argentino de 57 años saludó con un mimo casi paternal -un cariñoso pellizco en la mejilla- al entrenador rival, Diego de la Torre, 23 años más joven. El encuentro para De la Torre -exfutbolista profesional- fue especial, ya que si lleva el nombre de Diego es porque su padre, Ramón -también exjugador- es admirador de Maradona.
Empezó el juego y Maradona, muy tranquilo al inicio, pronto se levantó del banquillo para dar indicaciones. Sus Dorados controlaban el juego, pero sin agobiar a los Cafetaleros y sin convertir el dominio en goles.
Con el paso de los minutos, los sinaloenses vinieron a menos y Diego comenzó a expresar su descontento y desesperación llevándose las manos al rostro, volteándose la gorra, y gritando alguna frase altisonante.
Lo mejor del primer tiempo ocurrió a los 15 minutos cuando, en el cobro de un tiro libre, el local Julio Nava estrelló el balón en el travesaño.
Luego del descanso, Maradona por fin pudo alzar los brazos, cuando Angulo hizo el 1-0 de cabeza a los 59. El Diego se fundió en un abrazo con Islas. Fue una imagen que tuvo repetición exactamente 138 segundos después, cuando Angulo marcó el 2-0 y el júbilo rebasó al entrenador, que invadió la cancha para felicitar a sus jugadores.
Pero la sonrisa se le desdibujó un poco a los 63, cuando los Cafetaleros descontaron con un remate de cabeza del también argentino Sebastián Ibars.
Diego golpeteó el cobertizo de su banquillo tras recibir el 2-1. La desazón pudo ser mayor minutos después, cuando un lejano disparo de los Cafetaleros pegó en el travesaño y picó dentro del arco, pero el árbitro no validó lo que hubiera sido el empate.
Los Dorados aseguraron la victoria con el 3-1. Angulo completó su tripleta a los 75 con un penal que volvió a desatar la alegría de Maradona.
A los 83, el DT decidió sustituir a Angulo. El ecuatoriano salió del campo envuelto en ovaciones comenzando por los aplausos de su propio entrenador.
“Lo saqué para el aplauso, se merecía la ovación de todo el estadio”, comentó Maradona.
El técnico pudo celebrar un gol más, el 4-1 que Alonso Escoboza marcó a los 85 con un disparo lejano que se le escapó al portero. Diego bailó con gran alegría. Luego miró al cielo y dijo un conmovedor: “¡gracias, papá!”
El árbitro silbó el final. Maradona volvió a abrazar a Islas, felicitó a sus muchachos y hasta concedió ‘selfies’ a los rivales
Luego, como sucedió en su primer entrenamiento, Maradona y sus Dorados se dirigieron a una cabecera del estadio para encontrarse con sus hinchas y despedirse con el ritual de aplausos al estilo vikingo.
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