Ahora, el español chocará con Del Potro (N.3), quien había derribado antes el servicio del gigante local John Isner (N.11) por 6-7 (5/7), 6-3, 7-6 (7/4), 6-2 para repetir resultado del año pasado.
Rafael Nadal se sobrepuso a un 0-6 en la primera manga y acabó remontando ante el austriaco Dominic Thiem en casi cinco horas agónicas para avanzar a las semifinales del Abierto de Estados Unidos, donde se enfrentará al argentino Juan Martín del Potro.
Nadal, primera raqueta del mundo y vigente campeón del torneo, estuvo irreconocible durante el primer set pero logró reencontrarse consigo mismo a partir del segundo para llevarse la victoria por 0-6, 6-4, 7-5, 6-7 (4/7), 7-6 (7/5).
Ahora, el español chocará con Del Potro (N.3), quien había derribado antes el servicio del gigante local John Isner (N.11) por 6-7 (5/7), 6-3, 7-6 (7/4), 6-2 para repetir resultado del año pasado.
Nadie se quiso perder a Nadal en la pista central Arthur Ashe. Ni actores de la talla de Ben Stiller o Michael Keaton ni tampoco personalidades del deporte como Steve Kerr, entrenador de los Golden State Warriors.
Pero el español tardó en presentarse. Tras sufrir a Thiem (N.9) en la tierra batida durante los últimos años, cayendo en Roma en 2017 y en Madrid en 2018, Nadal sabía lo que tenía enfrente. Sin embargo, le costó acostumbrarse al ritmo del partido y de la pista, pesada y lenta debido al extenunante calor de la noche neoyorquina.
Así, en 25 minutos, había perdido el primer set en blanco. ¿Cómo? Ni él mismo parecía saberlo. Thiem era letal con su servicio y también con el resto pero el español no aparecía. Como si hubiera llegado tarde y no le esperara nadie, las bolas se le quedaban cortas o largas, flojas o fuertes.
Tres “winners” y nueve errores no forzados eran la definición de uno de sus peores sets en mucho tiempo. Su contrincante, en cambio, firmaba cinco “aces” y el 100% de los puntos con su primer servicio.
Pero, solo como los campeones pueden hacerlo, Nadal resurgió de sus cenizas ante la sorpresa de los aficionados e incluso de su propio rival, que no parecía listo para una reacción similar. Paulatina. Gradual. Empezó ganando sus saques, continuó poniendo en peligro a Thiem con su resto y terminó quebrando en el octavo para adelantarse 5-3, cerrando el set un poco después con su servicio.
El español celebró con rabia, gritó el tradicional “Vamos Rafa” y todo volvía a estar como el principio, pero con dos estados de ánimo totalmente opuestos.
Y en la tercera manga, cuando Thiem acariciaba la ventaja al haberle roto el servicio en el séptimo a Nadal y sacar para cerrar el set, el español volvió a igualarlo y le dio la vuelta contra todo pronóstico para ponerse 2-1 en sets y tener las semis al alcance de las manos.
Pero Thiem no quedó sorprendido ni impresionado. Siguió remando a sabiendas de que el español había disputado casi ocho horas en sus últimos dos choques y que el esfuerzo podía acabar pasándole factura.
Así, se mantuvo la igualdad hasta el “tie break”, en el que no le tembló el pulso para adjudicarse la cuarta manga. Quedaba un mundo aunque ya se llevaran disputadas casi cuatro horas y fuera ya la una de la madrugada.
Había llegado el momento. Un único set y un único boleto a semis. Se fueron sucediendo los juegos lentamente. 1-0. 1-1… 2-2… En el quinto Nadal desperdició dos bolas de ruptura. 3-2… 5-5… En el undécimo el español volvió a perder tres pelotas de quiebre. 6-5… Y así se llegó al definitivo “tie break”, donde el primero de la ATP cometió menos errores para rematar la faena.
Ahora, Del Potro en semifinales. En su último duelo, en Wimbledon, protagonizaron en cuartos uno de los duelos más especiales de la temporada.
La temporada pasada, en el US Open, Nadal vino de atrás y se metió en la final. El tenis le devolvió al argentino la posibilidad de vengarse. Pase lo que pase, ya ha ganado el público, ávido de un enfrentamiento entre dos de sus jugadores favoritos.
© Agence France-Presse