El juicio contra un gallo denunciado por vecinos por cantar demasiado temprano en una isla turística del suroeste de Francia será resuelto el 5 de septiembre próximo, luego de una audiencia en la que el ave fue acusada de "perjuicio sonoro".
El gallo Maurice, “cansado”, no estuvo presente en la audiencia que se celebró en el tribunal de Rochefort, como tampoco sus denunciantes, una pareja de jubilados y vecinos suyos durante las vacaciones que pasan en la isla de Oléron.
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Pero Pompadour y Jean-René, un pollito y un inmenso gallo, sí se desplazaron “en apoyo” de la propietaria de Maurice, Corinne Fesseau, así como una decena de personas, incluida una familia de Costa Rica, que visitaba a unos amigos.
El grupo agitó pequeñas pancartas: “Nos importan nuestros gallos insulares”.
El gallo Maurice se ha convertido en un símbolo de la “resistencia” rural en Francia y ha sido incluso portada del New York Times.
Su cacareo al alba molesta a los propietarios de una residencia secundaria vecina en la localidad de Saint-Pierre de Oléron.
Para el abogado Vincent Huberdeau, que representa a los demandantes, no es un juicio de “la ciudad contra el campo, es un problema de perjuicio sonoro. El gallo, el perro, la bocina, la música… se trata de un dossier sobre el ruido”.
Saint-Pierre de Oléron tiene “casi siete mil habitantes en invierno y 35 mil en verano”, argumentó el abogado.
Añadió: “Mis clientes viven en una zona clasificada residencial en el Plano Local de Urbanismo. ¡No es el campo!”.
Insistió en que no se trata de un conflicto. “Mis clientes no reprochan al gallo que cante, solo pretenden estar tranquilos entre las 6.30 y las 8.30 horas”, resaltó.
“Estoy estupefacto”, replicó el abogado Julien Papineau, quien defiende a la propietaria y a su gallo. Añadió: “No estoy muy seguro de que los demandantes se dijeran vamos a comprar una casa en la ciudad, en la isla de Oléron”.
“El gallinero se puede desplazar. Pero esto significa que en su lugar, habrá las cajas de pesca de Jacky, el esposo de Corinne Fesseau, dueña del gallo, pero, ¿soportarán los vecinos el olor?”, enfatizó.
Añadió que los gallineros siempre han existido. “Entre 40 vecinos, solo molesta a dos”, acotó.
Para la propietaria del gallo Maurice, “el campo tiene derecho a sus ruidos. El gallo tiene derecho a cantar, los gallos no cantan desde las 4.30 horas indefinidamente”.
“Mi gallo no me molesta. Canta y me digo que está muy bien, ¡que viva la naturaleza!”, expresó Fesseau.
La criadora Aurélia Vozel, que había traído a Pompadour y Jean-René, afirmó: “Estamos aquí porque tememos que el veredicto siente jurisprudencia”.
Unas 155 mil personas firmaron peticiones en los últimos meses en apoyo de Maurice. Bruno Dionis du Séjour, alcalde de la pequeña localidad de Gajac, promueve incluso que los ruidos del campo sean clasificados como “patrimonio nacional” francés.
Con información de AFP