Mantener su embajada en Tel Aviv o trasladarla a Jerusalén. Los países de América Latina se encuentran en el corazón de un intenso enfrentamiento diplomático, tras la polémica decisión de Estados Unidos de mudar su representación diplomática a la ciudad santa.
Donald Trump reconoció en diciembre a Jerusalén como capital de Israel y anunció el traslado allí de su embajada, lo que desató protestas de los palestinos reprimidas en un baño de sangre. Los soldados israelíes mataron a 55 palestinos en la frontera con la Franja de Gaza durante disturbios y manifestaciones contra la inauguración de la sede diplomática norteamericana.
La violencia fue condenada por numerosas cancillerías de América Latina. De momento, dos países latinoamericanos han seguido los pasos de Trump y también decidieron mudar su embajada.
Guatemala instalará su embajada en la ciudad santa el miércoles, solo dos días después de la inauguración de la nueva sede diplomática de Estados Unidos, que coincide con el 70° aniversario de la creación del estado de Israel. Paraguay dijo que hará lo propio antes de fin de mes.
“Es una acción servilista de un presidente (de Guatemala Jimmy Morales) que definitivamente está con las manos atadas frente a la política exterior” de Estados Unidos, afirma Marcio Palacios, director de la escuela de Ciencias Políticas en la Universidad de San Carlos, en Guatemala.
El hecho de que el mandatario sea evangelista también pesa, según Palacios, que se lamenta de “que el presidente Morales no haga una separación entre lo que representa y lo que cree (en religión)”.
Los evangelistas, según uno de sus dogmas, quieren ver a los judíos reconstruir su templo en Jerusalén, lo que debería facilitar el regreso de Cristo.
La decisión de Morales también puede verse como un gesto de apoyo a Washington, tras haber recibido acusaciones de la justicia de su país y de una misión antimafias de la ONU de haber financiado ilegalmente su campaña presidencial.
Guatemala y Paraguay “siguen la agenda de Estados Unidos. Mientras mas débiles son, más presionados se encuentran”, resume Patricio Navia, asesor académico del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL ).
Los acuerdos comerciales, la “amenaza” de Irán y la ubicación de las embajadas: los israelíes y los palestinos están llevando a cabo una intensa campaña en la región sobre diversos asuntos.
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, acaba de realizar una gira por Venezuela, Chile y Cuba: “Esperamos que algunos países del continente americano no transfieran su embajada a Jerusalén porque esto es contrario al derecho internacional”, aseguró el lunes pasado en Caracas junto a su homólogo venezolano, Nicolás Maduro.
El primer ministro Benjamin Netanyahu realizó en tanto en septiembre pasado junto a una treintena de empresarios, la primera visita de un jefe de gobierno israelí a América Latina.
“Aprovechando el giro hacia la derecha en la región, Israel sigue una política activa”, señala Gaspard Estrada, director del observatorio en América Latina del Instituto de Estudios Políticos de París.
“No me sorprendería que otros países de América Central sigan la agenda de Estados Unidos, pero me parece más difícil que lo hagan países más grandes y poderosos de la región”, añade Navia, profesor también en la Universidad de Nueva York.
Honduras, que ya se alineó con Estados Unidos e Israel el 21 de diciembre durante el voto de las Naciones Unidas de la resolución que condena la decisión estadounidense, aún no ha decidido qué hará con su embajada.
El gobierno panameño del presidente Juan Carlos Varela lamentó “las muertes suscitadas” y dijo esperar que decisiones políticas y diplomáticas de algunos países “no escalen la violencia en la región”. Varela visitará el jueves Israel, donde se reunirá con Netanyahu.
La mayoría de los países latinoamericanos condenaron a finales de 2017 la decisión del Estados Unidos, a la vez que confirmaron que no moverían su embajada de Tel Aviv.
Expresaron también su compromiso con las resoluciones de la ONU al reiterar que el estatus final de Jerusalén deben negociarlo israelíes y palestinos.
Más allá de las posiciones más radicales alimentadas por un fuerte sentimiento antiestadounidense, América Latina “es una región donde el multilateralismo siempre ha tenido un eco importante”, dice Gaspard Estrada.
Para Gabriel Orellana, exjefe de la diplomacia guatemalteca entre los años 2000 y 2002, la decisión de Morales coloca al país “al margen de las Naciones Unidas”.
“Guatemala sacrifica su inserción en el universo multilateral con una relación bilateral (…) que no aporta mayores beneficios al país y la pone en el peligro de confrontarse con otros países del mundo árabe sin ninguna necesidad”, alerta Orellana, que como Palacios, advierte del riesgo de atentados en suelo guatemalteco.
Con información de: © Agence France-Presse