Pero el multitudinario éxodo sigue marchando hacia la frontera de México y Estados Unidos -a unos 1.800 km de donde estaba el martes- y, más allá de la ponzoñosa propaganda, una inquietud legítima persiste: ¿es una amenaza para la seguridad?
Cuando escucha hablar a Trump acerca de los “pandilleros” en la caravana, Bayron Salinas, un mecánico hondureño de 24 años, sacude la cabeza con disgusto.
“Nosotros estamos huyendo más bien de las pandillas”, exclama.
Resfriado y tosiendo al frío de una noche de noviembre en el centro de México y con su bebé de un año a brazos, el flacucho Salinas no coincide con la imagen de un “asalto” de “matones” y “gente muy mala” que, según Trump, se aproxima a Estados Unidos.
Como la mayoría de los 5.000 migrantes indocumentados que atraviesan territorio mexicano caminando o pidiendo aventón, incluso en familia, Salinas dice que él y su esposa Isamar solo quieren criar a su bebé lejos de la pobreza y de las pandillas que imponen su brutal violencia en su natal Honduras.
“En su mayoría son familias y adultos que buscan asilo, huyendo de la violencia, las amenazas y las duras condiciones, simplemente en busca de un lugar seguro”, dice Royce Bernstein Murray, del centro de análisis American Immigration Council en Washington.
“Desconocidos de Medio Oriente”
No obstante, es difícil desechar completamente los temores de seguridad que provocan grandes masas de personas cruzando fronteras.
Una herida abierta recalca lo que está en juego en el debate migratorio: los atentados de París en noviembre de 2015.
Hace tres años, yihadistas del Estado Islámico mataron a 130 personas en una serie de bombardeos suicidas coordinados y de tiroteos en la capital francesa.
La mayoría de los atacantes se había colado en Europa entre los migrantes y refugiados que huían de Siria.
La retórica de Trump sobre la caravana hace eco del lenguaje que los antimigrantes europeos radicales usaron en contra del éxodo sirio.
Pero no existe ninguna evidencia de que terroristas islámicos estén viajando en la caravana migrante.
Incluso Trump admitió que no tenía “ninguna prueba” para uno de sus tuits más alarmistas, donde decía que “desconocidos de Medio Oriente” iban mezclados con el grupo.
… y la Mara Salvatrucha
Frecuentemente, Trump ha aseverado que en la caravana viajan miembros de pandillas como la Mara Salvatrucha (MS-13), cuya violencia ha llevado la tasa de asesinatos en el triángulo norte de Centroamérica (Honduras, Guatemala y El Salvador) a los niveles más altos del mundo.
Expertos en migración y seguridad, e incluso los propios migrantes, coinciden en que es posible que un pequeño número de pandilleros y otros criminales estén en la caravana.
Algunos migrantes dijeron a la AFP que son conscientes de que hay pequeños grupos de jóvenes que consumen drogas y roban cosas, pero no los numerosos criminales que alega Trump.
“Si se dan cuenta que hay un ladrón adentro lo golpean, duro. Algún ladrón que es inteligente se va para otro lado”, dice Denis de la Cruz, pescador guatemalteco de 31 años que marcha con la caravana.
“En cualquier grupo así de grande, probablemente vas a encontrar a algunas personas que tienen antecedentes criminales o vínculos con pandillas”, dice Richard Miles, experto y especialista en las Américas del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington.
“Pero si hubiera una presencia importante del MS-13, seguramente habría sido expulsada por el grupo mismo, porque es exactamente de lo que está huyendo la mayoría de estas personas”, añade.
Si aún hubiera pandilleros, serían detectados con relativa facilidad en la frontera estadounidense donde cuentan con “procesos exhaustivos” para escrutar a todos los que arriban mediante huellas digitales, datos biométricos y revisión de antecedentes, dice Bernstein Murray.
“Frontera más segura que nunca”
Los migrantes, que partieron de Honduras el 13 de octubre, solo encendieron los tuits de Trump cuando seis días después entraron en estampida por la frontera sur mexicana, rebasando a la policía antimotines.
Trump respondió desplegando miles de tropas en su frontera con México.
Pero es improbable que la caravana, que ha empezado a fragmentarse, intente forzar su paso hacia territorio estadounidense, dicen expertos.
“La única forma segura de no entrar a Estados Unidos es intentar un ataque contra un oficial de la patrulla fronteriza o un agente de seguridad estadounidense”, afirma Miles.
Los migrantes no viajan juntos para invadir Estados Unidos sino para protegerse de los peligros del trayecto por México, donde habitualmente grupos criminales los extorsionan, secuestran y matan.
El tamaño del grupo no debe distraer del hecho de que el arribo de los migrantes a la frontera será “rutinario” para Estados Unidos, dice Bernstein Murray.
“La frontera está más segura que nunca”, agrega.
“Como en cualquier grupo humano, tienes el riesgo de que pueda haber malos elementos. Pero la gran mayoría, casi todos estos individuos, son exactamente lo que dicen que son”, concluye la experta.