El impacto económico de la ofensiva comercial de Estados Unidos contra China es incierto y la réplica de Pekín parece de momento moderada por lo que algunos ven en este episodio más un preludio de ásperas negociaciones que una guerra comercial que perjudicaría a ambos.
Tanto Washington como Pekín lanzaron sus primeras salvas, blandiendo la amenaza recíproca de imponer nuevos aranceles, pero de momento parecen enfrentarse para la galería.
Donald Trump mencionó el jueves medidas contra las importaciones chinas por un monto que puede alcanzar los “60.000 millones de dólares”. Su administración tiene 15 días para detallar los productos cuyo ingreso quiere gravar.
Las consecuencias para el gigante asiático, del que Estados Unidos es el segundo socio comercial, son difíciles de evaluar.
Pero “el impacto directo debería ser moderado”, aseguran los analistas del banco ANZ, subrayando que las exportaciones chinas hacia Estados Unidos rondaron en 2017 los 500.000 millones de dólares.
Además, agregan, “una parte de los componentes de productos ensamblados en China los importa desde otras partes”, en particular, en lo que es electrónica, desde Taiwán y Corea del Sur que serían por lo tanto víctimas indirectas de las medidas de Washington.
China debería “absorber rápidamente” las repercusiones. El crecimiento de su economía es mucho menos dependiente que antes de las exportaciones, insisten los analistas de BMI Research.
No obstante, esas sanciones “podrían alentar a las multinacionales a instalar sus nuevas fábricas fuera de China”, advierten.
Algunas pequeñas empresas manufactureras, muy dependientes del mercado estadounidense, podrían verse penalizadas.
Pero la mayoría de las empresas chinas “dependen mucho del mercado interior”, y para las otras “sus exportaciones hacia Estados Unidos sólo constituyen generalmente una parte de sus ventas”, explica la agencia de calificación financiera Moody’s.
Los analistas alertan sin embargo que el costo económico se incrementaría en caso de escalada proteccionista.
China reveló el viernes una lista de 128 productos o líneas arancelarias –frutas, etanol, carne de cerdo, aluminio reciclado…– a las que aplicará un arancel de 15% o 25% en caso de que fracasen las negociaciones con Washington.
Este anuncio responde oficialmente a los aranceles que desde el viernes impone Washington al acero y aluminio.
Pero estos productos sumaron en valor el año pasado 3.000 millones de dólares en importaciones para China, apenas 2% del total de esas exportaciones estadounidenses hacia ese país. Sobre todo, la soja estadounidense, que China importó en 2017 por 14.000 millones de dólares, no figura.
“Es muy modesto, el monto concernido es bajo. Una reacción muy moderada en relación a las medidas de Estados Unidos”, indicó a la AFP Betty Wang, analista de ANZ.
“La respuesta es modesta (…) pero los medios de presión de China son mucho más importantes de lo que admite Washington”, advierte Stephen Roach, investigador de la universidad de Yale, citado por la agencia Bloomberg, recordando que Pekín es el primer acreedor de Estados Unidos.
Las nuevas sanciones de Estados Unidos son antes que nada un “preludio a una serie de negociaciones”, aseguró el secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross.
“Esperamos que los dos países puedan resolver sus diferendos con el diálogo y la negociación”, dijo Hua Chunying, portavoz de la cancillería china, advirtiendo no obstante que si Estados Unidos “se obstina, lucharemos hasta el final”.
Dada su moderada réplica, China “quiere sobre todo que los dos países regresen a la mesa de negociación”, analizó Betty Wang. Pekín “no quiere una guerra comercial que comprometa su papel de campeón de la globalización”, que le gusta poner en adelante.
Un responsable estadounidense, que pidió el anonimato, se indignó el viernes en Pekín de una “reescritura completa” de la historia por China, acusando a ese país de haber provocado la crisis con sus prácticas comerciales desleales.
“Lo que nos interesa no es crear las condiciones de un diálogo, sino incitar a China a tomar medidas concretas para abrir sus mercados”, insistió.
Las sanciones estadounidenses “parecen insuficientes por sí mismas para iniciar una guerra aduanera, pero el riesgo de un error de cálculo existe”, advierten los expertos de BMI Research.
Si Estados Unidos interpreta la moderación china “como una muestra de debilidad” podrían “ir muy lejos en el sendero del proteccionismo por accidente”.
Con información de: © Agence France-Presse