Según Nielsen, quien habló en una conferencia de prensa en Imperial Beach, cerca de San Diego, California, en la frontera suroeste de Estados Unidos, la caravana que salió de Honduras hace más de un mes cuenta ahora con unas 6.200 personas reunidas en la ciudad fronteriza mexicana de Tijuana, en el borde del Pacífico. Y otras 3.000 que están en Mexicali, más al interior.
La administración del presidente Donald Trump ha desplegado cerca de 6.000 soldados a lo largo de la frontera sur y colocado barreras de alambre de púas para evitar que los migrantes ingresen a Estados Unidos.
“No se equivoquen, somos muy serios, no entrarán a nuestro país ilegalmente”, advirtió Nielsen.
Al menos 500 de los migrantes que se dirigían a la frontera fueron identificados como “delincuentes”, dijo, sin dar más detalles sobre la naturaleza u origen de esa acusación.
“Esta administración no tolerará ninguna solicitud de asilo absurda o entrada ilegal (…) Si usted ingresa a este país sin autorización, infringe la ley de Estados Unidos, y será arrestado, procesado y expulsado”, amenazó, reiterando que su secretaría hará todo lo posible“para evitar que la caravana ingrese al país ilegalmente”.
Al igual que en las elecciones presidenciales de 2016, Trump hizo de la inmigración un tema esencial de su campaña para los comicios de medio mandato del pasado 6 de noviembre, con resultados contrastantes.
Mientras miles de migrantes que huían de la violencia y la miseria en Guatemala, El Salvador y Honduras se dirigían hacia Estados Unidos, el magnate republicano evocó una “invasión” y aseguró, en un tono alarmista y sin proporcionar evidencias, que “criminales y gente de Medio Oriente” se había mezclado entre ellos.