Maduro asumió su segundo mandato en seis años y prometió cumplir la Constitución y llevar al país a la prosperidad económica y social.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, asumió este jueves un segundo mandato de seis años, desafiando a Estados Unidos y gran parte de la comunidad internacional, que amenazan con aumentar la presión contra su gobierno por considerarlo ilegítimo.
Maduro recibió la banda presidencial del jefe del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ, de línea oficialista), en un acto al que no asistió ningún representante de la Unión Europea (UE) ni de la mayor parte de América, excepto un puñado de mandatarios aliados.
“Juro, a nombre del pueblo de Venezuela (…) Lo juro por mi vida”, dijo el mandatario, al prometer cumplir la Constitución y “procurar llevar a la prosperidad económica y social” al país.
La UE, Estados Unidos y el Grupo de Lima -13 países latinoamericanos y Canadá- desconocieron la reelección de Maduro en los comicios del pasado 20 de mayo, boicoteados por la oposición, que los consideró un fraude.
Poco antes de la investidura, Estados Unidos anunció que aumentará la presión “sobre el régimen corrupto, apoyando a la democrática Asamblea Nacional (Parlamento) y pidiendo democracia y libertad en Venezuela”, escribió el consejero de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Bolton en Twitter.
“Lamentamos que, pese a todos los llamados de la comunidad internacional, incluyendo la UE, no se hayan celebrado nuevas elecciones en conformidad con las normas internacionales”, dijo este jueves la vocera de la diplomacia europea, Maja Kocijancic.
La Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó este jueves en una sesión extraordinaria una resolución para declarar ilegítimo a Maduro.
Del Grupo de Lima sólo México envió un representante a la asunción, en tanto que asisten los presidentes de Bolivia, Cuba, El Salvador y Nicaragua y delegados de otros países aliados como China, Rusia y Turquía.
Según la Constitución, Maduro debía juramentarse ante el Parlamento, controlado por la oposición, pero el TSJ lo declaró en desacato y en la práctica fue sustituido por la oficialista Asamblea Constituyente.
Heredero político del fallecido líder socialista Hugo Chávez (1999-2013), el exchofer de bus y exsindicalista de 56 años gobierna con mano fuerte tras haber sacado del juego a sus adversarios, con el control institucional y el apoyo de los militares, a quienes dio enorme poder.
Contingentes militares y policiales resguardan el centro de Caracas, donde está el TSJ y se concentran cientos de seguidores de Maduro. En algunas localidades grupitos de personas desplegaron pancartas que rezaban: “Maduro usurpador”, “Maduro ilegítimo” o “Fuera Maduro”.
La desesperanza se palpa en muchos venezolanos, asfixiados por la peor crisis que haya sufrido en su historia moderna el país con las mayores reservas petroleras del mundo.
“Esto va a alargar más la agonía que hemos vivido en los últimos años. Todo ha decaído gravemente, los bienes y servicios básicos cada día son más inalcanzables. Estamos atados de manos”, dijo a AFP la enfermera Mabel Castillo, de 38 años.
Expertos auguran un agravamiento de la debacle socioeconómica por el aislamiento internacional. Además de la escasez de comida y medicinas, los venezolanos lidian con una una hiperinflación que según el FMI alcanzará 10.000.000% en 2019.
En lo que considera la migración más masiva de América Latina en décadas, la ONU calcula que 2,3 millones de venezolanos emigraron desde 2015 y estima que esa cifra subirá a 5,3 millones en 2019.
Durante el gobierno de Maduro, la economía se redujo a la mitad y se contraerá 5% en 2019, según el FMI. Además, el país y su petrolera cayeron en default y la producción de crudo, fuente de 96% de las divisas, se desplomó a 1,4 millones de barriles diarios, la más baja en 30 años.
Su reelección provocó una seguidilla de sanciones de Estados Unidos y la UE contra el círculo de poder, y no se descartan nuevas medidas en momentos en los que se afianzan gobiernos conservadores en Latinoamérica.
En la víspera de su investidura, el mandatario advirtió al Grupo de Lima que tomará medidas diplomáticas “enérgicas” si en 48 horas no rectificaba su posición sobre Venezuela.
Con el apoyo de Washington y la excepción de México, el Grupo de Lima -en el que ya debutó el gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro– emitió el 4 de enero una declaración en la que le pidió no posesionarse y pasar el poder al Parlamento, lo que Maduro calificó de intento de golpe de Estado.
Previo a la investidura, el Legislativo, que celebró el comunicado del Grupo de Lima, lo declaró “usurpador”, se proclamó como único poder legítimo y anunció que impulsará un “gobierno de transición”.
Maduro advirtió que si la Constituyente, “para enfrentar el golpe de Estado”, decide adelantar las elecciones parlamentarias de 2020, “así será”.
Los expertos no ven cambios en el horizonte con una oposición fracturada y disminuida, y una población frustrada y temerosa de movilizarse, que opta por abandonar el país. “Es poco probable que (el nuevo mandato) altere significativamente la dinámica de la política interna”, aseveró Eurasia Group.
No obstante, previendo que se estreche el cerco y continúen las sanciones, Maduro se ha acercado más a sus aliados, entre los que se cuentan además Irán y Corea del Norte.