Cada año, 2,6 millones de niños mueren en el último trimestre del embarazo o durante los siete días posteriores al parto, según la Organización Mundial de la Salud. Pero el duelo perinatal es una cuestión tabú, lamentan padres y especialistas.
“Un hijo no se supera. Un hijo es para toda la vida, esté o no esté”, declara a la AFP Paloma Costa-Jiménez, de 38 años, durante una ceremonia de recuerdo organizada en Madrid a pocas jornadas del día mundial de sensibilización sobre esta problemática, el 15 de octubre.
Su hija Andrea murió, el 13 de febrero de 2014, en la semana cuarenta de gestación. Después ha sido madre de otros dos niños.
“Si se muere tu marido, nadie te va a decir +bueno, no te preocupes, eres joven, vas a encontrar otro+. ¿Por qué con mi hija sí?”, se pregunta.
“Para mi, Andrea es igual de real que Íñigo y Mateo”, sus dos otros hijos.
Desolados por esta pérdida, a los padres les cuesta encontrar el apoyo necesario. Así se sintió Jillian Cassidy, que perdió a su primera hija Uma en 2007 en el tercer trimestre de embarazo.
“Fuera de España, había un mundo de recursos: información, apoyo, asociaciones, formaciones para el personal sanitario. Aquí no había nada”, recuerda esta irlandesa de 42 años que creó en 2009 Umamanita, la primera asociación creada en España para ayudar a los padres en esta situación.
“La muerte nos incomoda. Con toda la alegría que trae un bebé, cuando un bebé fallece es todavía más problemático y tabú”, explica.
Romper el silencio es absolutamente indispensable, como en cualquier otro duelo.
“Si los padres hablan de su bebé, háblales de su bebé. Si el bebé tiene nombre, usa el nombre del bebé. Muchas personas tienen miedo a hacerles más daño si hablan del bebé y en el fondo no es así, es lo contrario”, insiste Cassidy.
Más allá de las palabras, pasar tiempo con el pequeño fallecido para crear recuerdos es un paso esencial en el duelo perinatal, indican los especialistas.
Psicólogo y cofundadora de la asociación “El hueco en mi viente”, Pilar Gómez-Ulla vivió este dolor en su propia piel.
Perdió tres niños y decidió especializarse en el acompañamiento del duelo perinatal y en la sensibilización del personal sanitario alrededor de esta cuestión.
“No solo es ofrecer: +¿Quieres ver a tu hijo?+. Es cómo preparar el terreno para que esos padres puedan tomar adecuadamente las decisiones que quieran: recibir a su bebé, verlo, tocarlo, descubrirlo, vestirlo, bañarlo, invitar a otras personas importantes de esa familia para que puedan recibir a ese bebé, conocerle, besarle, sacarse fotos con él”, explica.
“Trabajamos para que sea a medida”, explica Marie-José Soubieux, pedopsiquiatra y psicoanalista en París.
“Es un momento delicado que pertenece a cada uno porque también es extremadamente violento obligar a alguien a ver su bebé muerto. Pero es importante que los padres sepan que es posible”.
No todos los padres pudieron tomar esa decisión. Jillian Cassidy quería ver su hija pero “nos dijeron que mejor que no”, recuerda.
Jemmy Cárdenas dejó a su marido ir a reconocer a su hijo Paul, fallecido durante el parto, mientras su hermana melliza Natalia, hoy también fallecida, se encontraba en cuidados intensivos por una parálisis cerebral.
“Tenía mucha sedación y no fui capaz de decir voluntariamente que voy”, lamenta.
“En esa situación nosotras, las madres, estamos tan confusas, tan perdidas. Yo lo que pido es un momento” para entender qué ha ocurrido y “poder ver de otra manera esta difícil realidad”.
“No hay prisa porque es algo para toda la vida, es trascendental en la vida de una mamá”, explica.
Es gracias a la foto tomada por su marido que pudo descubrir a su hijo. “Nunca me cansaré de verla. Es un recuerdo que siempre tendré, junto con las de su hermana”, asegura Paulo Zapata, el padre de los mellizos.
La pareja espera poder enseñar esta foto a su tercer bebé, que llegará el próximo año.
Con información de: © Agence France-Presse