Los habitantes de Génova, Italia, recordaron el viernes a las 43 víctimas que dejó el derrumbe del puente Morandi el 14 de agosto. Un mes después, la ciudad italiana trata de curar sus heridas y de mirar hacia el futuro.
Génova recordó el viernes una de las mayores tragedias de su historia.
Los habitantes de esta ciudad al noroeste de Italia guardaron el viernes un minuto de silencio por las 43 víctimas que dejó el 14 de agosto el derrumbe del puente Morandi.
Unas 500 personas fueron evacuadas de la llamada “zona roja”, situada bajo los restos del puente y condenada por las operaciones de demolición previstas.
Varios de los evacuados se reúnen cada día en tiendas de campaña improvisadas para mantener el vínculo y, sobre todo, la moral.
Los afectados están a la espera de que Autostrade per l’Italia, la concesionaria del puente, les pague una nueva casa.
El puente Morandi era una arteria estratégica de Génova. Aunque una parte de la ciudad quedó aislada del resto, la circulación ya se ha reorganizado pero sin poder evitar los atascos.
Mientras tanto, la construcción de un nuevo puente, diseñado probablemente por el célebre arquitecto genovés Renzo Piano, comenzará en los próximos meses, como parte de los esfuerzos de mirar hacia el futuro.
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