Salvar vidas sin caer en la trampa tendida por los traficantes es el dilema al que se enfrentan las oenegés que acuden a socorrer a los migrantes, y que son duramente criticadas por los gobiernos europeos.
Ante el riesgo de ahogamiento en el Mediterráneo o morir de frío en los Alpes, las organizaciones humanitarias asumen su rol e intervienen para auxiliar a seres humanos en peligro, sean cuales fueren las circunstancias.
Pero también benefician “a los traficantes, al reducir el precio del pasaje” hacia Europa, acusó el martes el presidente francés Emmanuel Macron, sumándose a las críticas de otros dirigentes europeos.
“Las oenegés tienen razón de ir a salvar a gente, pero por otra parte los traficantes utilizan a las oenegés”, afirmó este miércoles el exdiputado europeo Daniel Cohn-Bendit. “Hay hoy un problema objetivo: los traficantes toman el dinero, y se dicen: ‘enviamos a la gente al mar, y emitimos luego una señal de SOS'”, explica a la cadena BFM
Frente a las costas de Libia los traficantes de seres humanos han comprendido que ya no necesitan invertir en barcos de alta mar capaces de llegar hasta las costas italianas. Les basta con botes inflables, que sobrecargan con migrantes, e incluso se llevan el motor de la embarcación una vez pasado el límite de las aguas territoriales libias, tras dejar a los migrantes un número de teléfono para pedir socorro.
En los Alpes, los voluntarios relataron hace poco a la AFP que sus números de teléfono personales habían sido utilizados por los traficantes. “Se los revenden a los migrantes”, explica a la AFP Philippe Wyon, responsable de la ONG “Refugio solidario”. “Nos hallamos atrapados, pues nuestra misión es socorrer a la gente que está en peligro en la montaña, pero desde luego no hacer de taxi para los traficantes”.
Para el doctor Philippe de Botton, presidente de Médicos del Mundo-Francia, las asociaciones son víctimas de una crítica injusta.
“Ayudamos a los migrantes desde un punto de vista humanitario, pero no hacemos en absoluto el juego a los traficantes” afirma a la AFP.
“Lo que sí hace el juego a los traficantes es criminalizar el rescate en el mar o cerrar las fronteras. Si acogiéramos a la gente antes de estudiar sus casos, como debería ser la norma, acabaríamos con el mercado de los traficantes”, prosigue.
“Cuando sabemos lo que ocurre en Libia, la declaración del presidente Macron es de un increíble cinismo (…) que se alinea con la posición populista italiana, casualmente en víspera del Consejo europeo del jueves”, agrega.
La ONG Mission Lifeline, acusada de no haber entregado a los guardacostas libios a los migrantes que socorrió -y cuyo barco podrá desembarcar este miércoles por la noche en Malta tras una semana en el mar- defendió su posición en un comunicado.
“La única orden que el barco rehusó fue la de entregar a estas personas a los supuestos guardacostas libios, ya que ello habría violado la convención de Ginebra sobre los refugiados, y habría sido por lo tanto (un acto) criminal”, aseguró la ONG.
En marzo, el barco “Open Arms” de la ONG española Proactiva Open Arms, que recorre el Mediterráneo para ayudar a los migrantes, fue judicialmente incautado en Sicilia por sospechas de ayuda a la inmigración clandestina, por haber rehusado entregar a los migrantes a los guardacostas libios.
La incautación fue levantada por un juez siciliano que consideró que la ONG había actuado en “estado de necesidad”, porque los derechos fundamentales de los migrantes socorridos no estaban garantizados en Libia.
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