Tomarse una selfie puede ser todo un arte, entre el encuadre y el foco, el que no se vea el brazo estirado y, además, la sonrisa.
Tommy Honton y Tair Mamedov abren este domingo el Museo de la Selfie en Los Ángeles, una exhibición interactiva que explora la historia y el fenómeno cultural que la autofoto representa.
Y para aquellos que piensan que si un momento no es fotografiado no existe, la buena noticia es que en esta exposición la selfie es obligatoria.
Lori Nguyen, una planificadora de eventos de 45 años, dice que no se toma selfies con mucha frecuencia. “No soy tan joven”, explicó. Nina Crowe, en cambio, se toma “una al día”.
Pero ambas no perdieron el chance de tomarse varias en el Museo de la Selfie.
Una de ellas en una instalación que simula la azotea del edificio más alto de Los Ángeles: una foto pegada al suelo con una pequeña plataforma de la que sale un tubo que asemeja a la antena de la estructura. Tiene inclusive un bombillo rojo, que imita a la baliza de señalización.
Palo de selfie, una buena mueca de vértigo y clic: la foto parece real… Lo constató este periodista de la AFP.
La exhibición comienza con espejos, tal vez la primera selfie.
Y es allí donde entran Honton y Mamedov, que entienden el concepto como algo más complejo que el simple registro fotográfico.
Las selfies “tienen sorprendentemente una historia muy rica que va tan atrás como el inicio del arte”, explicó Honton.
“Rembrandt hizo cientos de autorretratos, Albrecht Durer cinco, Van Gogh decenas, hicieron sus propios retratos. ¿Cual es la diferencia? Sí, la técnica artística y la escala, pero en realidad si hubiera habido cámaras y celulares, todos los hubieran hecho”.
Otro museo de selfies abrió en Filipinas en 2015, pero no hay registros de que continúe abierto.
Ubicado en Glendale, un suburbio de Los Ángeles, este se une a otros curiosos “museos” de la ciudad: de conejos, de la muerte, del neón y hasta del terciopelo.
La exposición está cargada de datos curiosos sobre el fenómeno, como por ejemplo que se toman selfies más mujeres que hombres.
En Sao Paulo representan el 65,4% mientras que en Nueva York son el 61,6%. Moscú se lleva el premio: 82%.
La estadística en Los Ángeles no figura, pero Ally Bertik, una residente de esta ciudad, es una usuaria frecuente del recurso.
“Muestro mi mejor cara y me permite decir a la gente ‘miren, estoy aquí, tal vez lo quieran ver también”, cuenta. “Es una manera divertida de divulgar lo que estoy haciendo”.
El recorrido incluye una escultura de “Alas de Ángel” de Colette Miller y una obra de Darel Carey, quien usando cinta plástica crea unas salas que son, como lo describe el museo, un “verdadero imán de selfies”.
También hay trabajos del brasileño Rob Vital, del alemán canadiense Joseph Nowak, el italiano Michele Durazzi y Matt Elson, además de una copia de las recomendaciones del gobierno ruso para tomar selfies “seguras”, después de registrar varios accidentes y hasta 12 muertes.
Una de las fotografías exhibidas es la polémica “selfie del mono” del británico David Slater, blanco de dos años de litigio en California.
Es una de las selfies más célebres de la historia del autorretrato: la tomó un macaco negro con cresta (Macaca nigra) en 2011, que se apropió de la cámara de fotos de Slater en la isla indonesia de Sulawesi.
Más adelante, en una esquina, se pueden ver tres estatuas que emulan al David de Miguel Ángel, azules con un celular rosa, y en otra el “Trono del Palo de Selfie”, el mismo concepto del “Trono de hierro” de “Juego de Tronos”.
Solo que en vez de estar forjado con espadas, son varios de estos artilugios utilizado para tomar autofotografías.
Y allí la “selfie es algo que no se puede evitar”, dijo Mamedov, un actor ruso que llegó a Estados Unidos hace cuatro años.
El Museo de la Selfie estará en Glendale inicialmente por dos meses, y sus creadores están abiertos a ampliarlo o a llevar la exhibición a otras ciudades del país y del mundo.
Con información de: JAVIER TOVAR © Agence France-Presse