Una actividad sísmica y volcánica mantiene en alerta a los países que forman parte del temible Cinturón de Fuego del Pacífico y, según expertos, un gran terremoto o una gran erupción podrían suceder en cualquier momento.
Hay volcanes en todos los continentes. Pero la mayor cantidad se encuentra sobre las costas del océano Pacífico. En Asia, en las islas que van desde el norte de Nueva Zelanda, pasando por Japón hasta Hawái.
En América, toda la costa del Pacífico, desde Alaska, pasando por México, Centroamérica, Colombia y Ecuador, llegando hasta el sur de Chile constituye el 75 por ciento de los volcanes inactivos y activos de la Tierra, además de cerca del 90 por ciento de los sismos reportados en todo el mundo.
La línea que forma esta cadena de volcanes sobre el globo terráqueo se denomina el Cinturón de Fuego.
Se extiende a lo largo de más de 40 mil kilómetros y abarca a 24 países, entre ellos Guatemala.
La superficie de la Tierra está formada por distintas placas, como si fueran los paneles de una pelota de futbol, aunque de tamaños diferentes entre sí. Estos paneles se mueven muy lentamente, tan lentamente que no nos damos cuenta, aunque vivamos encima de ellos. Pero alguna vez pueden chocar dos de estos paneles e incluso superponerse uno a otro. Así se formaron las grandes cadenas montañosas, como los Andes en América o los Alpes en Europa.
En el fondo del océano Pacífico también chocan estas placas. Si una queda debajo de la otra, ejerce una fuerte presión hacia el interior de la Tierra y, al entrar en contacto con el magma, también se funde parcialmente. Esta mayor cantidad de magma, presionada por la placa hundida, hace presión sobre esa masa liquida, que busca salida por algún volcán más o menos cercano. En este caso, por ejemplo, los de las costas americanas.
El Cinturón de Fuego se formó como consecuencia de un sistema eruptivo en el océano. Se caracteriza por concentrar algunas de las zonas de subducción más importantes del mundo.
En términos geológicos, marca los bordes de la placa del Pacífico y de otras pequeñas placas tectónicas que forman la corteza terrestre.
En esta zona la corteza se funde para producir el magma que alimenta a los diferentes volcanes en el Cinturon de Fuego del Pacífico, lo que ayuda a producir nuevos volcanes y a la vez acumulan enormes tensiones que se liberan en forma de sismos o terremotos.
En los últimos días, varios países de Centroamérica han registrado un incremento de la actividad sísmica y volcánica.
El Volcán de Fuego, ubicado a unos 50 kilómetros al oeste de la capital de Guatemala, inició el domingo último una nueva erupción, la segunda este año, con fuertes explosiones y una columna de ceniza que se alza a 6 mil metros de altura sobre el nivel del mar que ya deja una treintena de muertos y 1,7 millones de afectados.
Guatemala se asienta dentro del denominado “Cinturon de Fuego” del Pacífico, una zona de gran actividad sísmica y volcánica que es sacudida por miles de temblores al año, la mayoría de escasa magnitud, y en la que hay aproximadamente 288 volcanes activos.
Solo 8 de estos tienen reportes de actividad en tiempos históricos y 3 son los más activos en la actualidad (de Fuego,Pacaya y Santiaguito).
La cantidad de estas formaciones, junto a las 4 fallas tectónicas, convierten a este país en una zona sísmica. La mayoría de volcanes en guatemala están colocados sobre la Sierra Madre, en las cercanías del océano Pacífico.
El volcán ecuatoriano Reventador, ubicado a 90 kilómetros de Quito, mantiene una actividad eruptiva alta, según informó el Instituto Geofísico de Ecuador.
El 29 de mayo último el volcán emitió columnas de vapor, gases y ceniza de hasta 600 metros sobre el nivel del cráter, y en los últimos días su actividad no ha cesado, según los partes diarios del citado Instituto.
En el último, subraya que “mantiene una actividad eruptiva alta” y que “la mayor parte del tiempo la parte alta del volcán ha permanecido nublada”.
El Reventador está situado en una estribación del ramal oriental de la cordillera andina que se pierde con el inicio de la cuenca amazónica.
En noviembre del 2002, una erupción del volcán levantó una gran nube de ceniza que, por efecto de los vientos, se dirigió hasta Quito y cubrió varias partes de la capital.
Una nueva erupción del volcán Kilauea, ubicado en la mayor isla del archipiélago de Hawái, obligó desde el miércoles último a cientos de isleños a evacuar sus viviendas y buscar refugio ante la velocidad a la que avanzaba la lava, que hasta la fecha ya ha destruido al menos 71 viviendas y 2 mil evacuados, informaron medios locales.
“La lava de varias fisuras continúa avanzando hacia el área de Kapoho”, un área vacacional que fue destruida por este volcán -el más activo del mundo- en 1960, informó Defensa Civil.
La magnitud de las sucesivas erupciones del Kilauea desde comienzos de mayo es tal que la lava negra que ha cubierto en los últimos días grandes partes de la isla puede apreciarse desde el espacio, según se puede ver en imágenes distribuidas por la Agencia Espacial estadounidense (Nasa).
Se calcula que cerca de nueve kilómetros cuadrados han sido cubiertos por la lava.
El volcán Kilauea entró en erupción por primera vez el pasado 3 de mayo tras varios días de registrarse terremotos de magnitud 5,0 grados en la zona.
Este volcán está ubicado en el sureste de la isla de Hawái, que en su extremo suroriental es la mayor del archipiélago y en la que viven unas 185 mil personas.
Las autoridades indonesias emitieron la alerta máxima de aviación (roja) tras una erupción del volcán Merapi en la isla de Java, que expulsó una columna de ceniza de seis kilómetros de altura y quemó zonas de bosques cercanas al cráter.
El Centro de Vulcanología y Mitigación de Peligros Geológicos de Indonesia emitió la advertencia a los 10 minutos de la erupción, que duró dos minutos y fue acompañada de temblores.
La alerta de una erupción permanece, no obstante, en un nivel 2 (en una escala en la que 4 es el máximo).
Las erupciones del volcán javanés comenzaron el 11 de mayo tras un periodo de inactividad de cuatro años, y han provocado la evacuación temporal de más de 500 residentes, aunque ninguna víctima mortal.