Lesbia Sucena López García, de 30 años, y su cuñada Yanira López Vásquez, 25, cuentan que lograron sobrevivir a la erupción del Volcán de Fuego al refugiarse en su casa en San Miguel Los Lotes, El Rodeo, Escuintla, y narran las horas de angustia que vivieron mientras esperaban que las llegaban a rescatar.
Las familias de las dos mujeres se encuentran, desde el lunes último, albergadas en la casa de unos familiares, en la cabecera de Chimaltenango.
Sentadas en una cama, con la mirada hacia el piso y frotando las manos, las mujeres cuentan cómo vivieron horas de angustia junto al esposo de Lesvia y hermano de Yanira, y sus hijo, en lo que fuera por muchos años su hogar.
Lesbia comenta que desde la mañana del domingo vieron que el Volcán de Fuego había hecho erupción, pero no se preocuparon porque en otras ocasiones había pasado lo mismo y como habían nacido en ese lugar ya no les daba miedo, y ese día su esposo, Antonio, llegó más temprano que de lo acostumbrado, porque trabajaba en el club privado y campo de golf La Reunión y le contó que había llegado a esa hora porque los habían evacuado.
“Ninguna autoridad nos llegó a decir que teníamos que salir, porque si lo hubieran hecho nos salimos porque para eso están y nosotros tendríamos que acatar la recomendación. Ese domingo a las 12.30 hora todo estaba tranquilo, pero a las 15 horas mi niña que andaba jugando en el patio entró al cuarto y nos dijo salgan a ver el volcán, salí a la carretera y pude ver una gran nube negra que se acercaba, en eso mi esposo con un su amigo que murió junto con toda su familia, iban a ver, pero los dos dijeron corran porque eso viene para encima de nosotros, entonces todos corrimos, unos caían encima de otros y gritaban.
Con mi cuñada, nuestros cinco hijos y mi esposo, logramos entrar a una habitación y cerramos la puerta, nos juntamos todos en medio del cuarto y nos tapamos con unas sábanas, no sé ni cómo pero mi esposo pudo alcanzar unos trapos y los mojó y nos dijo que nos tapáramos la nariz, porque que eso nos iba a ayudar a no tragar mucho polvo.
Tuvimos que cambiar varias veces los trapos para poder aguantar un olor a químicos, fueron momentos difíciles y angustiantes, porque pensamos que íbamos a morir, mientras los niños más pequeños lloraban y preguntaban qué era lo que estaba pasando, entonces nos pusimos a orar y le entregamos nuestras vidas y las de nuestros hijos a Dios.
Durante varios minutos pudimos escuchar gritos de los vecinos y unos grandes ruidos y retumbos, en minutos se sintió el ambiente caliente, recuerdo que el papá de mis hijos, dijo esas son piedras las que están cayendo y antes de entrar a la habitación pude ver unas nubes negras y otras de color fuego. Los vecinos de al lado, que eran unos 30, todos murieron, gracias a Dios estamos vivos y contado el cuento, pero creo que es para que lo compartamos y que las autoridades tomen en serio su trabajo y ayuden a todos los que están viviendo en zonas de peligro.
“Lo que vivimos no se lo deseamos a nadie, y lo que más nos duele es que la mayoría de vecinos que pensó que al entrar a sus viviendas se salvarían no fue así porque todos murieron al quedar sepultados bajo grandes cantidades de material del volcán, en total familiares cercanas a nosotros son unos 200 los desaparecidos, entre ellos mi mamá, hermano, abuelita, tres tíos, sus esposas e hijos que no aparecen”.
Yanira expresó: “Estuvimos encerrados más de media hora y para que nos llegaran a rescatar, más de tres horas, los vecinos gritaban y pedían auxilio, mi hermano se subió a una pared y les gritaba que se calmaran que ya iba a llegar la ayuda, porque ellos decían que se estaban ahogando y que otras tenían quemaduras y que había muertos. Antonio les decía que se echaran agua en las heridas y que mojaran trapos y se los pusieran en la nariz y boca para poder aguantar, pero eso solo fue algo que les dijo porque realmente no sabíamos si nos iban a llegar la ayuda”.
Durante unos minutos mi hermano trasmitió en vivo por Facebook, para pedir ayuda, ya que el consuelo era que algún amigo lo viera y avisara a los bomberos para que fueran por nosotros, cuando por fin llegaron estábamos sobre los techos de las casas, muchos estaban vivos, pero como ya estaba anocheciendo ya no fueron por ellos sino hasta el otro día.
Lo que nos preocupa es que salimos sin nada, estaríamos agradecidos si las personas nos pudieran ayudar con algo, ya que lo más valioso era donde vivíamos porque definitivamente ya no vamos a poder regresar a vivir a ese lugar, esperamos que el Gobierno nos ayude por lo menos dándonos un terreno para hacer de nuevo nuestras casas y aunque lo tengamos que pagar, pero en cuotas bajas, ya que la mayoría de ese lugar somos de escasos recursos. Gracias le damos a Dios porque nos dio otra oportunidad de vida y cuanto sentimos haber perdido a nuestros familiares y vecinos.
Estas personas indican que necesitan leche para los niños, camas, una estufa usada con su cilindro, pañales desechables, entre otros, los que deseen ayudar puede llamar al 4950 5521, con Lesbia López, o llegar la vivienda donde están albergados en la 2a. avenida 90-57, colonia San Pablo, zona 3 de Chimaltenango.