Felipe Gómez Alonzo, de 8 años, acompañó a su padre en la búsqueda del sueño americano, falleció en custodia de la Patrulla fronteriza en Nuevo México, el pasado 26 de diciembre.
Una vez detenidos, el menor mostró signos de “enfermedad potencial” y fue trasladado en dos ocasiones a un centro asistencial.
La primera vez, los médicos le diagnosticaron resfriado y fiebre. Le dieron medicamentos y lo pusieron en libertad, pero tuvo que regresar en la noche porque se seguía sintiendo mal, ahora con náuseas y vómitos, murió unas horas después.
Se tenía previsto que el cuerpo arribara este medio día, pero el vuelo que lo trasladaba tuvo un atraso.
Será trasladado a la aldea Yalambojoch en Nentón, Huehuetenango, donde su familia le dará sepultura.
Su padre, Agustín Gómez, de 47 años, optó por viajar a Estados Unidos por la pobreza y falta de desarrollo en su comunidad. Ambos fueron detenidos el 18 de diciembre al cruzar el paso fronterizo por El Paso, Texas, y los trasladaron a Alamogordo, Nuevo México el 23 de ese mes.
La Cancillería guatemalteca afirmó que “solicitará una investigación clara y resguardo del debido proceso sobre este caso” a las autoridades de EE. UU., así como los informes médicos que se efectúen, para esclarecer la causa de la muerte del niño.
Es el tercer niño guatemalteco migrante que muere en resguardo de la patrulla fronteriza de los Estados Unidos.
El primer deceso ocurrió el 10 de mayo de 2018, tres meses después de que Yazmin Juárez y su hija Mariee, de 18 meses, salieran de un centro de detención del Servicio de Inmigración y Aduanas, donde la menor contrajo una enfermedad.
Jakelin Caal, de 7 años, murió el 14 de diciembre por un paro cardiaco debido a deshidratación. Esto ocurrió luego de que un grupo de migrantes se entregara a las autoridades después de cruzar una zona desértica en Nogales, Arizona.
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