Socorristas, policías y soldados no pudieron ingresar al área de impacto, pero sí lo hizo la maquinaria pesada para comenzar a retirar escombros y limpiar las orillas de la llamada "zona 0".
La búsqueda de casi 200 desaparecidos por la potente erupción, se vio dificultada este viernes por la amenaza de nuevos deslizamientos en la zona. Al menos 110 personas murieron desde el domingo pasado.
La comunidad San Miguel Los Lotes, en el municipio de Escuintla, quedó sepultada bajo toneladas de ceniza y arena caliente tras la erupción volcánica. Días después mantiene una fuerte actividad que obligó desde el miércoles a detener las tareas de rescate.
“Hay que buscar, hay que buscarlos por favor”, gritaba casi ahogada en llanto Norma Ascón, de 34 años, quien junto a su hermano José (30) y otros sobrevivientes tratan de encontrar a sus 30 familiares desaparecidos, entre ellos padre, abuelos, tres hermanos y sobrinos.
Los vecinos de la zona son los únicos que rompen láminas de metal y cavan en la arena, en algunas partes aún caliente. Los socorristas no han ingresado por la incesante actividad volcánica y la inestabilidad del terreno.
Los protocolos internacionales establecen que después de 72 horas de una tragedia se deben suspender las operaciones de búsqueda al considerar que ya no hay posibilidades de encontrar sobrevivientes.
Nuevos flujos piroclásticos amenazan constantemente el lugar tras una fisura en el cono que expulsa gases y que se abrió por la explosión.
El volcán, de 3.763 metros de altura y situado a 35 km al suroeste de la capital, registró el domingo su erupción más fuerte de las últimas cuatro décadas, dejando al menos 110 muertos y 197 desaparecidos en medio de un explosivo flujo de rocas ardientes, gases y ceniza.
Los familiares de los fallecidos critican la lentitud para identificar los cadáveres recuperados de la falda sureste del volcán.
Una maestra de 50 años, aguardaba información en la morgue provisional sobre tres de sus alumnos desaparecidos. La docente sostenía un cartel con fotografías de los niños de la escuela de San Miguel Los Lotes, que quedó totalmente destruida.
“Nos duele en el alma” la catástrofe, señaló Rosales, junto a otros familiares que perdían la paciencia.
La tragedia dejó además 57 personas heridas y 12.407 evacuadas, de las cuales 4.174 permanecen en albergues. El último balance divulgado por la Conred, ente estatal a cargo de la protección civil.
Socorristas, policías y soldados no pudieron ingresar el jueves al área de impacto. Ingreso la maquinaria pesada para comenzar a retirar escombros y limpiar las orillas de la llamada “zona 0”.
Las circunstancias no cambiaron y los operarios de la misma maquinaría se concentraban en retirar la arena que anegó la carretera que colinda con la comunidad devastada.
Cinco miembros de una familia fueron enterrados en el cementerio de la ciudad de Escuintla. El camposanto fue anegado por las fuertes lluvias, dificultando que los féretros de un padre con sus tres hijos y un nieto fueran colocados en el fondo de los agujeros.
La embajada de Japón anunció que enviará un cargamento de carpas y mantas, entre otros artículos, sin precisar la cantidad. Mientras que sobrevivientes con serias quemaduras han sido trasladados a hospitales de Estados Unidos y México para ser tratados.
Varias instituciones recorrió la aldea El Rodeo y otras comunidades para pedir a los vecinos que abandonen la zona. Las personas prefieren quedarse para proteger sus pertenencias.
Es el caso de los familiares de Vanessa Hernández, intentaba llegar para llevarles alimentos, pañales y medicinas.
“No tienen comida, vine a dejarles un poco”, dijo, llevando en sus manos una bolsa con sopas instantáneas. Hernández y su esposo están en un albergue desde el lunes.
Faustino López, de 80 años y que se ayuda de un bastón para regresar al salón municipal de Escuintla. Fue a dar de comer a sus gallinas y perros en la evacuada colonia Santa Rosa.
“Ya quiero que se calme todo esto”, señaló mientras avanzaba para el albergue.