Hace 3 años, Guatemala vivía una de las peores tragedias de su historia reciente. La lluvia implacable fue haciendo camino hasta partir en dos una montaña y provocando que una avalancha de lodo, piedras y árboles cayera sobre unas 125 humildes viviendas en el Cambray II, Santa Catarina Pinula.
Decenas de familias vivieron un infierno, quedaron enterradas vivas. Todo era confusión, los gritos salían por debajo de la tierra. El tiempo se acababa, el oxígeno también. Afuera, cientos de vecinos, voluntarios, rescatistas y hasta mascotas intentaban sacar a las personas atrapadas. Poco a poco, el silencio fue ganando y era una mala señal.
280 personas habían muerto. Tras 12 días de rescate, fue imposible seguir cavando, igual, ya no había esperanza de encontrar sobrevivientes, muchos cuerpos ni siquiera fueron encontrados. El lugar cuya tierra olía fuertemente a muerte, fue declarado camposanto y se suspendió el rescate.
Quienes tuvieron suerte y sobrevivieron, pudieron iniciar su vida en otro lado. Otros se quedaron ahí, esperando que la naturaleza sea clemente con ellos. El lugar ahora está deshabitado, las autoridades han colocado portones con guardias de seguridad para que nadie ingrese pues intrusos se meten al lugar a saquear lo que aún queda en las viviendas. Puertas, ventanas, lo que puedan llevarse.
También se evita que otras personas que no fueron reubicadas, regresen a vivir a este lugar de alto riesgo. Se inició un proceso penal en contra de las autoridades ediles por este caso.
Hoy, para recordar la trágica fecha se colocaron varios altares para recordar a las víctimas. Muchos de ellos, niños que celebraban juntos su día. Para mañana se tiene prevista una caminata hacia el cementerio de la localidad.
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