El Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) informó que los siete reos que murieron el domingo último en el centro carcelario Pavoncito tienen como causa del deceso heridas por arma de fuego en el cráneo, posiblemente los llamados tiros de gracia.
“Dos de ellos sí tienen características de herida de contacto; es decir, que el disparo se hizo a una distancia corta, aunque siempre en el área del cráneo. Tres de ellos, además de la herida en el cráneo, tienen heridas de bala en extremidades superiores e inferiores y tórax, y que ya habían sido finalizadas las necropsias”, refirió el director del Inacif, Fanuel García.
Según fuentes de la Dirección General de Inteligencia Civil (Digici), un reo condenado por la muerte de dos personas habría sido quien ordenó matar a pandilleros integrantes del Barrio 18, porque no quiere a otros pandilleros en ese centro carcelario.
El informe del Inacif da cuenta de que los reos habrían sido ejecutados con balazos en la cabeza.
A las afueras de la morgue del Inacif, en la zona 3, los familiares salían luego de haber identificado a las víctimas.
La madre de Jorge Daniel Raymundo Gómez, de 18 años, indicó que hasta el momento desconoce qué pasó en la cárcel, ya que las autoridades del Sistema Penitenciario no les informaron nada, y confirmó que su hijo tenía un disparo en la frente, además de moretones en la cara. A su parecer, fue golpeado antes de matarlo. Ella asegura que su hijo estaba indefenso, ya que se encontraba en silla de ruedas.
Otra mujer que tampoco quiso dar su nombre indicó que pudo identificar a su esposo, pero solo comentó que él ya había sido condenado y que recientemente había sido trasladado a ese sector.
Marco Antonio Barrientos, director del Hospital Roosevelt, informó que los cuatro reos heridos de bala en Pavoncito fueron operados y que se encuentran estables, e incluso uno de ellos ya fue dado de alta y un segundo paciente podría tener egreso hoy.
El exministro de Gobernación, Carlos Menocal, indicó que es evidente que no se trató de un enfrentamiento entre un grupo y otro, sino de la captura y el sometimiento de un grupo y su posterior ejecución.
“Al estar neutralizados, fueron ejecutados con un disparo en la cabeza. Más que de un enfrentamiento se trata de la eliminación de un grupo. Y los paisas que se encuentran recluidos allí responden a estructuras más poderosas que las de los pandilleros”, explicó Menocal.
A decir del exministro, el ataque se pudo haber dado porque los pandilleros hayan provocado alguna acción de afrenta contra otro grupo.
“Puede ser una misma extorsión, hostigar a la visita, también tratar de empoderarse como clica. Hay muchas cosas que pudieron haber empezado a hacer estos muchachos, y obviamente los sometieron y los eliminaron”, señaló Menocal.
Corine Dedick, analista de seguridad del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (Cien), indicó que Pavoncito es un centro con un perfil de reos bastante variado.
Hay personas por casos que no son de alto impacto, pero sí que han sido condenadas por delitos financieros y otros por delitos violentos.
“Lo que me impactó es que dijeran que había sido una riña entre pandilleros, sobre todo porque yo no tenía conocimiento de que ahí estuviera recluido este tipo de reos. No es un centro que se caracteriza por tener pandillero, sino población general”, explicó la experta.
Dedick confirmó posteriormente que en ese centro había 20 pandilleros —11 del Barrio 18 y nueve de la MS-13—, y que debería ser el Sistema Penitenciario el que indique por qué había pandilleros en ese sector, cuando no había.
El vocero del Sistema Penitenciario, Rudy Esquivel, informó que en el sector de aislamiento se encontraban recluidas 25 personas y que a su consideración no eran pandilleros activos.
“No es para privados de libertad de pandillas activas. En su momento entra uno porque fue miembro o porque tuvo problemas con su gavilla, entra al registro que la misma persona indica —conforme lo que el reo diga—, y da su testimonio en acta cuando son esos casos. Por lo general, la pandilla activa pide a sus miembros que sean traslados con ellos”, refirió Esquivel.
El portavoz indicó que, de todas formas, los reos son trasladados a otros centros carcelarios por orden de juez competente, y no por decisión del Sistema Penitenciario.
El Ministerio Público encontró varios indicios en la escena del crimen, entre ellos dos armas de fuego —una .40 y otra 9 milímetros—, 15 casquillos y dos cargadores.
Esquivel informó que a las 2 de la mañana terminó la requisa en la que hallaron tres armas de fuego, tres tolvas, 11 municiones, diversas armas punzocortantes, tres teléfonos celulares, siete radiocomunicadores, 2.5 libras y 50 envoltorios de posible marihuana, 44 cargadores y chips para teléfonos celulares.
Un detalle que llama la atención fueron las fechas en que ingresaron los reos en el penal, que tenía mil 960 internos el domingo, cuando sucedió el ataque a balazos en el sector de aislamiento.
De los fallecidos, cinco ingresaron en Pavoncito en junio pasado. Incluso tres llegaron en un mismo día, el 26 de junio último.
El domingo último, a las 14.50 horas, hubo una “riña de reos”, donde un grupo de internos ultimó a siete, según se conoció en forma oficial.
Los investigadores informaron que la primera hipótesis es la lucha de poder en la prisión.
El objetivo era asesinar al supuesto pandillero Raymundo Gómez, apodado el Pitufo, un presunto líder de una clica del Barrio 18 y que empezaba a adquirir poder.
Gómez fue aprehendido en el asentamiento Candelaria, zona 18 de la capital.
Fue necesario sacarlo en brazos del asentamiento, porque utilizaba una silla de ruedas para movilizarse. Con la misma fue subido a la autopatrulla.
El domingo, su cadáver quedó sobre la silla.
Dicho pandillero estaba señalado de coordinar extorsiones y también ataques contra quienes se resistían a las exacciones.
El disparo que acabó con su vida fue en la frente, se indicó.
El exviceministro de Gobernación, Julio Rivera Clavería, aseveró que la raíz de los problemas es el abandono en que se encuentra el Sistema Penitenciario desde hace muchos años. “Las consecuencias de eso es lo que ahora estamos viendo y que vamos a continuar enfrentando”.
“Para salir de la crisis se debe cambiar toda la infraestructura. Hay que construir centros carcelarios de máxima, mediana y mínima seguridad, y contar con un régimen progresivo de clasificación de reos para los reincidentes y los multirreincidentes”, afirmó Rivera.
Además, resaltó que se debe profesionalizar el personal y dignificar tanto a los administrativos como a los operativos, para bajar los niveles de corrupción que se producen a lo interno, porque adentro operan estructuras de corrupción que viven en la impunidad, en las cuales también se encuentran involucrados funcionarios.
De acuerdo con Rivera, en los penales de máxima seguridad se debe trabajar con el mínimo de gente y mucha tecnología, para que se reduzca el contacto con los reos, como sucede en la mayoría de los países del mundo, porque esa relación es la que fomenta la corrupción.
La exministra de Gobernación Eunice Mendizábal coincidió con que mientras no se construyan cárceles adecuadas, que garanticen no solo la seguridad para las personas detenidas sino también para las familias y las visitas, no habrá estabilidad en el sistema carcelario.
“Hay que evitar el contacto físico y constante de los guardias con los internos. Entonces, lo primero que hay que hacer es construir cárceles adecuadas para generar los controles más adecuados. Eso va a permitir no solo seguridad interna, sino también externa”, explicó Mendizábal.
Édgar Celada, del área de seguridad del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos (Ipnusac), opinó que el Estado no cumple con su responsabilidad de proteger la vida de los privados de libertad y reinsertarlos a la sociedad.
A criterio de Celada, la sociedad guatemalteca se ha deshumanizado y ve a los privados de libertad como seres desechables y los considera una escoria, con lo cual se acepta como algo normal la violencia.
Corinne Dedik, investigadora del Cien, afirmó que las pugnas que se registran en los centros carcelarios tienen su origen en varias causas que van desde problemas personales entre dos personas hasta luchas para asegurarse el espacio para negocios o rivalidades de grupos de internos.
Según la experta, hay grupos de internos que por afinidad o negocios se asocian e intentan copar los espacios, así como el control de todo el centro carcelario.