Los comunitarios de Xalapán, Jalapa, rechazaron “las malas acciones del Gobierno” y aseguraron que las personas que se prestaron para trasladarlos a la capital para una protesta, bajo engaño de una supuesta oferta de empleo, pertenecen a la comunidad, pero aclararon que la necesidad es mucha y por ello algunos acudieron al ofrecimiento.
Los pobladores coincidieron, durante el recorrido que efectuó Prensa Libre, al sentirse indignados por el embuste del que fueron objeto habitantes de otras aldeas, al ser trasladados con la promesa de que recibirían un trabajo en el Ministerio de Ambiente, pero que finalmente los llevaron a protestar frente a la sede de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig).
“Ahí está Santos Jiménez, hijo del finado Chayo. También Mariano González y la abuelita —una anciana de la comunidad—”, decían los dirigentes al reconocer a algunas personas en los videos que se viralizaron el lunes pasado mientras se encontraban frente a la Cicig.
Al verlos, dijeron que esas personas fueron engañadas y que como dirigentes nada tienen que ver con la movilización ni con los supuestos motivos expuestos.
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Santa María Xalapán está formada por 56 comunidades repartidas en 800 caballerías.
La localidad se encuentra entre cerros y montañas, donde viven en medio de la pobreza y pobreza extrema la mayoría de sus cien mil habitantes.
Del total de ese territorio, 232.27 caballerías de la finca Santa Gertrudis se encuentran en litigio con Jalapa.
“Se formó una mesa de diálogo, pero el Gobierno no ha puesto interés en solucionar este conflicto”, agregó Juárez.
Aunque muchos niegan saber del suceso, la mayoría de los pobladores supo del incidente y al entrar en confianza con los visitantes criticaron la forma en que fueron engañados.
“Se aprovechan de nuestra pobreza para mentirnos”, dice Francisca López (69), del caserío Sarimal, aldea La Fuente, Jalapa, quien junto a sus cuatro hijos mayores de edad cuenta que apenas encuentran trabajo entre dos y tres días a la semana, y que les pagan Q25 al día. “Con eso solo tenemos para el maíz”, indica la anciana.
Uno de sus hijos, Santos Reyes Cruz López, cuenta que el día de la movilización a la capital, él, coincidentemente, viajaba en un microbús hacia la cabecera de Jalapa, a eso de las 6 horas, cuando vio que unos seis buses cargados de pasajeros lo pasaron en el lugar conocido como El Avistamiento. “No sabía a dónde iban, pero me llamó la atención tantos buses en fila, porque no es usual”, indicó.
Las más molestas son las autoridades ancestrales. “Los engañaron ofreciéndoles un trabajo, y estamos investigando quiénes fueron para denunciarlos. Incluso, estamos analizando interponer una demanda, porque pusieron en riesgo a algunos niños”, indicó Wílder Jiménez, principal mayor de la agrupación xinca.
“Aquí no puede intervenir ni el presidente de la República, porque somos autónomos, xincas en resistencia, y desde hace 500 años tenemos nuestra forma ancestral de gobernarnos. Un acuerdo gubernativo reconoce nuestra autonomía”, dijo Jiménez, quien agregó que cuando manifiestan van con el aval de la comunidad y por las respectivas varas que les dan autoridad.
Entre los pobladores se menciona que uno de quienes habría organizado el viaje es Antonio García, quien, según cuentan, durante dos períodos fue concejal de la Municipalidad de Jalapa y actualmente trabaja en la Zona Vial 2 de Caminos, con sede en Jalapa.
En dos edificios que ocupa esa institución se le buscó, pero en el primero refirieron que se encontraba en la División de Mantenimiento por Administración Distrito 2, Jalapa Zona Vial 2, donde el guardián dijo que los martes acostumbraba a viajar a la capital.
En las montañas de Santa María Xalapán las carencias abundan, desde las fuentes de trabajo, lo cual se refleja en la escasez de alimentos, hasta la falta de agua entubada.
A algunos hogares el líquido llega a través de un sistema de mangueras y otros recurren a pozos. En ambos casos, el agua no es potable, lo que repercute en enfermedades gastrointestinales.
“Cuando la población llega al Centro de Atención Primaria (CAP), no hay medicinas y el personal es muy escaso. Vamos al Hospital General de Jalapa, y la misma historia”, dice una anciana.
La sequía extendida aniquiló las cosechas y la roya del café arrasó con los empleos en las fincas. Los programas de asistencia social del Gobierno no llegan hasta ese lugar.
Según el máximo dirigente del grupo, hay escuelas en las cuales los estudiantes reciben clases en los patios. “Realmente estamos mal atendidos”.