El músico Luis Juárez Quixtán nos comparte su experiencia desde París, al ser testigo del terrible incendio en la Catedral de Notre Dame, en París.
Hace 12 años, el guitarrista guatemalteco Luis Juárez Quixtán llegó al aeropuerto Charles de Gaulle, en Francia, país que ha sido su hogar y que le ha permitido estudiar música.
En su primera visita a Francia tuvo que vencer el miedo de separarse de su familia, luchar contra lo que la sociedad quería que hiciera, ir a un país, aunque desconocía su idioma y enfrentarse a la soledad de un migrante que busca una oportunidad. “Fue una experiencia completa, era la primera vez que me separa de mi casa y todo era nuevo. Desde las calles hasta elegir qué comer en un supermercado era toda una aventura. Me reconstruyó”.
Para Luis viajar para estudiar fuera de Guatemala no fue tan sencillo. “Estuve buscando durante 5 años alguna beca que me dejara salir, estudiar y formarme. En Francia encontré la oportunidad y decidí irme. Por coincidencia estudié durante algunos meses francés y cuando me fui me di cuenta de que era poco lo que había aprendido”, relata. “Pero con otros residentes de la beca aprendimos y logramos mejorar nuestro francés”, aseguró al medio digital Guatemalan Art.
La catedral de Notre Dame de París, parcialmente arrasada por un incendio el lunes, encierra reliquias veneradas por los católicos, un órgano de notables dimensiones y numerosas obras de arte.
En los saqueos y pillajes que tuvieron lugar durante la Revolución Francesa y durante los motines de 1831, esta joya del gótico perdió una parte de sus obras maestras. Su tesoro litúrgico, que era uno de los más ricos de Francia hasta que desapareció en 1789, se fue reconstruyendo poco a poco.
“Los colaboradores de Notre-Dame, los arquitectos del patrimonio edilicio de Francia, el personal del ministerio de Cultura, se movilizaron para orientar a los bomberos y mostrarles las obras que a todo precio a había que salvar”, explicó el martes el secretario de Estado de Interior, Laurent Nuñez, en la radio RTL.
La réplica más valiosa que se conserva en Notre Dame es la Santa Corona, la que según los católicos portaba Jesús poco antes de su crucifixión. Está compuesta de un círculo de juncos aglutinados en haces y unidos por hilos de oro de un diámetro de 21 centímetros, en el que se encontraban las espinas”, según la página web de la catedral.
Esta reliquia se “salvó” de las llamas el lunes, al igual que la túnica de San Luis, uno de los reyes más famosos de Francia, que también se conserva en la catedral, según su rector.
Además de la Santa Corona, Notre Dame conserva otras dos reliquias de la Pasión de Cristo: un pedazo de la Cruz y un clavo.
Por otro lado, el gallo que coronaba la aguja que se derrumbó el lunes alojaba un ápice de la Corona de Espinas, una reliquia de San Dionisio y otra de Santa Genoveva.
Entre los tres órganos de Notre Dame, el gran órgano, con sus cincos teclados, sus 109 juegos (conjunto de tubos) y sus casi 8.000 tubos, es el más sobresaliente.
Construido a partir del siglo XV, el órgano se fue reforzando progresivamente, hasta alcanzar su tamaño actual el siglo XVIII. Sobrevivió a la Revolución Francesa sin daños “gracias seguramente a la interpretación de músicas patrióticas”, según el sitio de la catedral.
Los tres rosetones de Notre Dame de París, unas vidrieras que representan las flores del paraíso, se construyeron en el siglo XIII y se renovaron en numerosas ocasiones. Los rosetones norte y sur, los más grandes, tienen un diámetro de 13 metros.
En ellos se representan profetas, santos, ángeles, reyes, escenas de la vida de los santos… En el centro de los tres rosetones se representa respectivamente a la Virgen, al Niño Jesús y al Cristo en Majestad.
La más famosa de las 37 representaciones de la Virgen que existen en la catedral es la de la Virgen con el Niño adosada al pilar sudeste del trasepto, esculpida a mediados del siglo XIV.
Detrás del altar se encuentra la monumental estatua del escultor Nicolas Coustou, una Piedad encargada por Luis XIV siguiendo el deseo de su padre, Luis XIII, y realizada entre 1712 y 1728.
El jueves pasado se descolgaron de la flecha de la catedral, derrumbada este lunes, 16 estatuas de cobre que representan a los 12 apóstoles y los cuatro evangelistas para restaurarlas, salvándose así del siniestro.
Entre 1630 y 1707, la corporación de orfebres parisinos regaló cada 1 de mayo un cuadro a la catedral. De esos 76 “grands Mays”, 13 se encuentran actualmente en las diferentes capillas de la nave.
En el muro oeste de la Capilla de San Guillermo cuelga uno de los cuadros más bellos de la catedral, “La Visitación”, de Jean Jouvenet (1716), una obra maestra del siglo XVIII y vestigio del coro barroco de la catedral.
En la torre sur se encuentra la mayor campana de Notre Dame, llamada Bourdon. Repica en las grandes fiestas católicas y los grandes acontecimientos.
La Bourdon se fundió hace más de 300 años y fue bautizada Emmanuel por su padrino, Luis XIV. Pesa 13 toneladas y su badajo, la parte que golpea contra las paredes de la campana para producir el sonido, pesa 500 kilos.
En el siglo XX fue la que anunció a los parisinos la liberación de la capital del yugo nazi, el 24 de agosto de 1944.
Con información de: AFP y Guatemalan Art