Un bus escolar abandonado es el hogar de Juan Pablo Figueroa Alfaro, de 66 años, quien pese a los quebrantos de salud cada día efectúa trabajos de mecánica automotriz para obtener para su comida y medicinas.
El automotor color amarillo está en la 7a avenida y 24 calle esquina colonia La Reformita, zona 12 de la capital, donde un poco de ropa, recetas de medicamentos y una colchoneta son la compañía de Juan Pablo.
Son las 14 horas y el calor es insoportable en el bus, el anciano se acomoda en uno de los sillones y recuerda que desde hace un año decidió vivir en esa condición, pues sus recursos no son suficientes para continuar con el pago de alquiler.
Su rostro luce cansado y camina despacio. Mientras ordena unos documentos, Juan Pablo recuerda que estuvo varios años de forma ilegal en Estados Unidos, donde trabajó como mecánico.
En el 2012 decidió regresar a Guatemala, pues un accidente de tránsito y un cáncer que sufrió en la lengua le dificultaron seguir en aquel país.
Tiene dificultad para hablar, con la voz cansada recuerda que tiene familia, pero desde hace años no sabe de ellos.
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Afirma que por su edad se le dificulta trabajar, pero cada día lucha para conseguir fondos y juntar para una operación que necesita en el ojo izquierdo, en el cual tiene poca visión.
Se toca su brazo izquierdo y muestra un padecimiento que tiene en la piel; “ya me hice unos exámenes, pronto me darán los resultados”, expresó.
Vecinos indicaron que cuando está en sus posibilidades ayudan con un plato de comida a Juan Pablo, quien es un persona educada y agradecida con lo que recibe.
El anciano afirma que cada día lucha para salir adelante, pues no quiere darse por vencido. “Mi ropa la llevo a una lavandería y me baño donde un conocido”, afirmó.
La reciente época de frío la pasó en el bus, donde se cobija con varias chamarras para pasar la noche, pues afirma que cada día sueña con un futuro mejor.
Si usted desea ayudar al anciano se puede comunicar con él al celular 56350827.
Teresa Maldonado, defensora de las personas adultas mayores de la Procuraduría de Derechos Humanos, dijo que estas personas están en situación de calle por aspectos como asuntos familiares, sienten que son una carga en su casa o se les recriminan por no aporta dinero.
Dijo que otros casos pueden ser por problemas de alcohol o drogas.
Maldonado manifestó que en ocasiones se cree que algunas personas por su avanzada edad toman la decisión de vivir en la calle, cuando en realidad no es así.
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Explicó que estas personas suelen desplazarse en la calle en compañía de varios bultos, pues esto lo hacen por la falta de afecto; “buscan sentirse acompañados”, agregó la defensora.
Recordó que hace unos dos años efectuaron un recorrido por la ciudad de Guatemala para conocer más de estas personas y detectaron que algunos trabajan, pero por sus recursos limitados duermen a la intemperie.
Agregó que se ha tratado de identificarlo, pero algunos no les gusta identificarse o simplemente dan un alias.
Maldonado dijo que no hay una base de datos para establecer cuántas personas en condición de calle y que esta falta de información es derivada de las nulas políticas para atender a este sector.